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Todos tenemos un reto por delante en el que debe imperar la responsabilidad y la tranquilidad.

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photo_camera Julia Ferreras (CEDIDA)

Durante nuestra vida nos veremos obligados a enfrentarnos a vivencias más o menos estresantes que obligan a poner en marcha todas esas herramientas de afrontamiento, innatas o aprendidas, que ayuden a superar o aceptar lo que nos esté pasando. Sin embargo, ¿qué ocurre cuando no existe precedente en la situación a la que hacer frente? Vivimos, a nivel mundial, una crisis, una pandemia que hace que todo un país se vea recluido en casa para esperar, para ayudar a contener, para ver cómo el Covid-19 poco a poco empieza a mitigar y todos podamos volver a aquello que ya añoramos y que ahora estamos empezando a apreciar.

No poder salir de casa puede ser más complicado de lo que parece y, aunque en estos primeros días vemos como el ingenio y el arte español hace más llevadero el confinamiento, no podemos olvidar que este será largo y debemos prestar también atención a nuestra salud mental. Todos tenemos un reto por delante en el que debe imperar la responsabilidad y la tranquilidad. Pero no siempre es fácil. La cantidad de información desorbitada que recibimos a todas horas, la incapacidad de expresar como nos sentimos y el miedo ante una situación insólita como esta requiere mucho esfuerzo para sobrellevarlas.

En primer lugar debemos entender la realidad que vivimos, esto nos prepara para asimilarla, confrontarla y darle un sentido, para ello es necesario alejarse de bulos, opiniones personales de RRSS y únicamente hacer caso a la información dada por las autoridades. Una vez entendida esta realidad es conveniente planificar la nueva situación en función de las necesidades, los límites y recursos disponibles para tener una visión realista y evitar frustraciones.

Mantener el contacto con la realidad, nuestros seres queridos y nuestros amigos, es clave para evitar sufrir el revés psicológico que puede derivarse del confinamiento, eso sí, debemos tener claro que llevar una vida normal no es compatible con la situación anormal que estamos viviendo. Hacer uso de la tecnología para estar conectados es una buena opción, expresar ante ellos como nos sentimos y escuchar y aceptar el torrente emocional que nos puede llegar desde el otro lado.

Mantenernos activos, física y mentalmente, puede suponer una gran diferencia. Las endorfinas y demás hormonas que el organismo segrega al ejercitarse ayudan a reducir los síntomas de la depresión y la ansiedad y contribuye con el bienestar general.

No se deben olvidar los cuidados que la propia salud requiere en el día a día: tomar el sol aunque sea en la ventana, mantener una dieta equilibrada, dormir el número de horas adecuado (ni menos, ni más) y hacerlo en los horarios correspondientes y, por supuesto, no descuidar aspectos de la higiene personal; aunque estemos encerrados en casa

Hay que intentar exponerse a la luz natural al menos unos veinte minutos por día, no dejar de ducharse a diario ya que es fácil caer en esa clase de autoabandono, lavarse los dientes, cortarse las uñas, afeitarse en el caso de los hombres, etc. Y por su puesto evitar los excesos con el alcohol y las drogas.

Por último, si alguien detecta, en sí mismo o en alguna de las personas con las que convive, señales de ansiedad importantes, debe buscar el apoyo de un psicólogo.

Mucho ánimo a todos, mucha fuerza y, por supuesto, mantengamos ese humor que tanto nos caracteriza. Entre todos podremos.

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