BALANCE DE 2016

El año que tocó pensar en el futuro económico

La constatación del baldón que la actual situación de la frontera de El Tarajal constituye para el desarrollo de la economía ceutí ha abierto en 2016 el debate acerca de cómo afrontar un problema capital sin solución a corto plazo. La inseguridad en las calles, el drama irresoluble de la inmigración, la incertidumbre política marcada por la falta de un Gobierno estable en España o las operaciones antiterroristas que han tenido por escenario la ciudad han marcado la actualidad ceutí en el año que termina. 

La viabilidad futura de una Ceuta capaz de reducir su dependencia de los fondos estatales ha sido uno de los debates concurrentes a lo largo de 2016. La controversia ha sido suscitada por la constatación de que la frontera de El Tarajal continúa siendo un baldón para una economía ordenada, de que el acceso a la Península sigue sometido a las servidumbres impuestas por las compañías navieras y de que ninguna de las políticas emprendidas contra el desempleo, si es que se ha impulsado alguna, ha ofrecido resultados.

Las autoridades insisten en la necesidad de promover la modernización de las infraestructuras fronterizas, una tarea que, sin embargo, reconocen no será posible acometer a corto plazo. Entretanto, queda el reto de hacer algo para evitar los notorios problemas que la actual situación genera a la economía y a la vida cotidiana de los ciudadanos ceutíes.

El delegado del Gobierno, Nicolás Fernández Cucurull, ya apuntaba en octubre a una línea de actuación que, pese a todo, no parece fácil de emprender. Fernández Cucurull advertía entonces de la incompatibilidad entre el conocido eufemísticamente como “comercio atípico” y una economía basada en la actividad comercial y el turismo.

 

Al amparo de una frontera caótica e impropia de una ciudad de un país europeo, se suceden dramas cotidianos que, aunque sobradamente conocidos, no parecen despertar la indignación que deberían entre la sociedad ceutí. La Asociación Pro-Derechos Humanos ha denunciado este año la vulneración de los derechos más fundamentales de las mujeres que a diario acarrean enormes fardos de mercancía a través de la frontera.

 

La crisis fronteriza es tan sólo uno de los escenarios de una economía deprimida, sustentada por la prodigalidad del Estado y caracterizada por unos índices de desempleo galopantes. Un lastre que describe una sociedad marcada por las desigualdades, el fracaso escolar, la pobreza, la dependencia de los subsidios y, todo ello, condicionado por un crecimiento demográfico imparable. El Instituto Nacional de Estadística pronostica que el número de residentes en Ceuta habrá crecido un 82% en 2050.

 

A finales de año se registraba un fenómeno insólito. Un movimiento nacido en las redes sociales lograba sacar a la calle a centenares de personas para denunciar la inseguridad ciudadana.

Y es que 2016 ha sido un año negro para los encargados de la seguridad pública. Cinco personas han fallecido por muerte violenta este año. El asesinato de un individuo en El Príncipe el pasado mayo fue el episodio que mayor alarma generó. “El Chino”, un peligroso delincuente, acababa a tiros con la vida de “El Mape”, para, a continuación, darse a la fuga. Tras una intensa búsqueda, el autor del crimen era descubierto en una vivienda de la Cuesta Parisiana donde, a la llegada de la policía, inició una refriega a tiro limpio.

Otro de los nombres registrados en la crónica negra de 2016 es el de Hicham Mohamed, el joven que en octubre resultaba herido de gravedad de un disparo cuando intentaba defender a un grupo de niños del acoso de dos individuos. Dos sargentos de la Legión fueron detenidos como los presuntos autores de la agresión.

 

Las intervenciones antiterroristas de las fuerzas de seguridad no han dejado de sucederse a lo largo de 2016. La Policía Nacional y la Guardia Civil han detenido este año a una decena de personas vinculadas a las actividades de la organización terrorista Daesh. Entre los detenidos, el conocido como el “talibán español”, Hamed Abderrahaman Ahmed, el ceutí que vivió confinado en la prisión de Guantánamo durante dos años.

Según un estudio del Combating Terrorist Centre de West Point, Ceuta es una de las cuatro ciudades europeas más activas en la tarea de reclutar jóvenes para su ingreso en las filas del Daesh, sólo superada por Bruselas, Londres y Amberes.

 

El drama de la inmigración continúa vivo en Ceuta, uno de sus escenarios en el Mediterráneo. El mar devolvió en enero y octubre los cuerpos sin vida de dos jóvenes africanos, fallecidos en el intento de alcanzar suelo español. En mayo, un argelino moría ahogado en las aguas del puerto cuando trataba de acceder a un buque de carga para llegar a la Península.

El año registró la mayor entrada de migrantes a la ciudad en un solo salto a la valla fronteriza. A comienzos de diciembre, 438 jóvenes conseguían burlar la vigilancia policial a ambos lados del cercado. Apenas tres meses antes, unos 60 extranjeros eran devueltos por la Guardia Civil a Marruecos tras permanecer encaramados durante horas a la valla. Los agentes los entregaron uno a uno a los militares marroquíes en una operación en la que apenas invirtieron poco más de una hora.

A lo largo del año, instituciones y entidades como Amnistía Internacional, Acnur, Cear, el Defensor del Pueblo, el Obispado de Tánger o el Consejo de Europa solicitaron la derogación de la ley que ampara la práctica de la devolución en caliente.

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