VIERNES SANTO

El silencio del Descendimiento sobrecoge la madrugada ceutí

Poco después de la medianoche, el Descendimiento inauguraba el Viernes Santo con su espectacular paso de silencio.

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photo_camera El Descendimiento de la Santa Cruz de Jesus/Antonio Sempere

Cuando todavía resonaban en las calles los sones del Jueves Santo, el Descendimiento abría el Viernes Santo. Con la llegada de la medianoche, el Cristo del Buen Fin en su Traslado al Sepulcro y María Santísima de la Concepción salió del oratorio de la Santa Cruz bajo un silencio ensordecedor. La banda que acompaña a esta hermandad son los pasos y respiraciones de los costaleros y las órdenes de los capataces que hacen que la Madrugada del Viernes Santo en la ciudad se viva con recogimiento y respeto.

El negro de las capas de quienes acompañan a ambos pasos hace que la escena sorprenda a quienes se crucen con ellos en su estación de penitencia que, en un recorrido de unas tres horas, salió del Pasaje del Silencio para bajar por el Revellín, cruzar Jáudenes y llegar a la catedral alrededor de las 1.50 horas. La carrera oficial se acorta con respecto a los 35 minutos habituales. Sólo tienen 15 para atravesar Sánchez Prados y recogerse a las 2.45. De esta forma, en silencio el Descendimiento da paso al penúltimo día de la Semana de Pasión ceutí.