JÓVENES ILUSIONES

`El Caballita´ se prepara para ser un matador de toros con el maestro Ruiz Miguel

Un muchacho de 16 años, Yeray Cerdán González, va a por todas en el mundo de la Tauromaquia de la mano de un histórico del toreo.

photo_camera El Caballita junto a sus tíos

“El Caballita”. Tiene 16 años. Nacido el 11 de octubre de 1998 en el Hospital de Ceuta. Ahora mismo es el único ceutí, aunque alguien apunta a que hay más, que tiene posibilidades de ser un matador de toros y piensa aprovechar la oportunidad. A caballo entre Ceuta y Los Barrios (Cádiz), Yeray Cerdán González está aprendiendo a ser torero, a ser matador de toros, nada más y menos que de la mano de un maestro, Francisco Ruiz Miguel, director de la Escuela de Tauromaquia que tiene su sede en la localidad barreña, que tantos vínculos tiene con el paisanaje ceutí.

La madre de “El Caballita” se llama Manuela González Salas y su padre Victoriano Manuel Cerdán Salas. Tiene un hermano mayor, Manuel, que quiere ser cantante. Dos profesiones de riesgo, las de torero y cantante.

Lleva ya siete meses preparándose y se le ven maneras. Un amigo del Campo de Gibraltar, David Galván, un taurino donde los haya, le propone coger la muleta y jugársela delante de un toro. “Yo me quise apuntar”, afirma el joven Yeray. Trabajan a diario, mañana y tarde, en la escuela del maestro. De Ruiz Miguel no hay que decir nada que no haya dicho y hecho ya en los ruedos. Es un maestro, con todas las letras y más. Quien suscribe tiene el honor de gozar de su consideración y de su amistad desde hace lustros, por lo que no es objetivo en este asunto, aunque lo intente. Juzguen los taurinos sobre el de la Isla de San Fernando.

“Es una persona muy grande”, afirma “El Caballita”. Explica que se porta muy bien con todos los alumnos de la escuela, a quienes les abre su casa de par en par. Les suelta “animales”, como habla el muchacho. Desde becerras –resabiadas, ya que aprenden muy rápido en cuanto se les muestra el engaño y son peligrosas. Don Antonio Bienvenida falleció por la cogida de una de ellas en el campo-, hasta añojos y novillos, reses a partir de un año.

¿Qué se hace ante un animal bravo?

“No se le debe tener miedo, sino respeto”, explica el joven aspirante a matador de toros. Su mirada ya se ha visto en otros que se han puesto ante el peligro. Y la primera vez que se pone delante  “es mágica. No hay palabras para describir el primer muletazo”.

Le gusta la muleta, pero aún más el capote. De los dos engaños es su preferido: “el capote es más elegante”, explica el joven. Son dos maneras distintas de torear, cuando el engaño es el capote –que cubre más, pero que invita al riesgo, precisamente por ello- antes que la muleta, que cubre menos el cuerpo. No obstante, trabaja la muleta “más o menos bien. Hay que entenderla”, señala el matador de toros en ciernes. La muleta...

Se trabaja en la Escuela de Ruiz Miguel de muchas formas y no menos importante es el denominado toreo de salón: “si sabes torear de salón, sabes torear toros”, aplica con brillo intenso en la mirada. “Antes de llegar al sitio –manifiesta en torno al enfrentamiento con el animal- te sientes nervioso. Siempre debes estar atento al movimiento, pero –insiste- nunca hay que tener miedo. Sólo respeto. Hay veces –reconoce aún así- que sientes miedo y otras que se disfruta mucho”. Los valientes son los que actúan aún teniendo miedo.

Ahora mismo, en la Escuela de Tauromaquia del Campo de Gibraltar hay una decena de alumnos, entre ellos dos muchachas. Está en la finca Algarrobo. Y él, uno más y tampoco menos, en sus trece: “me gustaría llegar a ser alguien en el mundo del toro”. Como si fuera poco colocarse ante un astado.

Su nombre artístico, ya que Yeray suena poco taurino, para qué vamos a engañarnos, está en su origen: “El Caballita. Mi tierra por delante”, afirma orgulloso.

Qué decir de su familia. Tienen miedo por él. Lógico. “Me respetan. Respetan mi decisión. Claro que tienen miedo”, reconoce el joven.

Junto a él, ayer sábado, se encuentran dos personas que lo quieren como a un hijo. Sus tíos Antonio Ignacio Cerdán Salas y Teresa Villatoro Oncina. Ellos, al igual que sus padres, quieren que el chico de 16 años siga su camino, que apueste por lo que quiere llegar a ser y le apoyan.

Anoten el nombre los taurinos: “El Caballita”. Está destinado a ser un figura del arte de la tauromaquia.  Como se  suele decir: que Dios reparta suerte. Porque valor y arte, le sobran.