EL COMERCIO ilegal se traslada al país vecino

Ceuta, puente del aprovisionamiento de benzodiacepinas para la elaboración de la droga de moda en Marruecos

La contracción del "mercado negro" de estos psicotrópicos en la Península ha llevado a las mafias a exportar su consumo al país vecino. 

guardia civil medicamento
photo_camera Incautación de medicamentos en una operación de la Guardia Civil y la Agencia Tributaria/ GUARDIA CIVIL

Una droga barata para gente pobre. El presidente de la Federación de Coordinadoras contra la Droga del Campo de Gibraltar, Francisco Mena, acuña esta fórmula para presentar la nueva droga que hace furor desde hace tiempo en los ambientes marginales de Marruecos: el “karbuki”. La elaboración de estas pequeñas pastillas coloradas sería imposible si sus productores en el país vecino no tuvieran acceso a la materia que prima de la que se proveen ilegalmente en España: las benzodiacepinas.

A finales del pasado abril, la Policía Nacional y la Guardia Civil desmantelaban una red dedicada a la falsificación de recetas médicas con el propósito de adquirir benzodiacepinas destinadas a su comercialización ilegal en el país vecino. La organización, que actuaba en distintas localidades españolas, llegó a manipular hasta 50.000 recetas. La mayoría de las personas que adquirieron los medicamentos en las oficinas de farmacia eran vecinos de Ceuta y Algeciras.

El consumo de “karbuki” ha revitalizado el tráfico de las benzodiacepinas, un psicotrópico que fue de uso común durante años entre muchos heroinómanos en tratamiento con metadona. El mercado negro de las benzodiacepinas constituyó un rentable negocio que se mantuvo mientras el número de toxicómanos adictos a la heroína constituía un grupo numeroso. La caída en desuso de la heroína y el envejecimiento de la población dependiente de ella arrastraron consigo el consumo de estos psicotrópicos. “Los heroinómanos tomaban benzodiacepina mezclada con alcohol, una práctica de consumo que ellos llamaban ‘coger un globo’”, explica Mena.

Las pastillas rojas, cuya distribución entre jóvenes de poblaciones marroquíes como Castillejos se ha convertido en una lucrativa industria, cumplen estrictamente con las exigencias que se exige a cualquier producto con vocación de copar el mercado; es barata -20 euros la unidad- y tremendamente adictiva.

La materia prima, cuidadosamente cocinada con el producto autóctono nacional, el hachís, procura a los jóvenes marroquíes un estado de irrealidad que puede cursar con alucinaciones, ansiedad y conductas agresivas.

 “Todo responde a una lógica capitalista y mercantilista –sostiene el activista contra la droga campogibraltareño- Hay un intercambio comercial entre España y Marruecos: ellos nos envían hachís, nosotros les proporcionamos benzodiacepinas”.

Mena explica que la contracción del consumo en el área del Campo de Gibraltar ha convertido en un objetivo apetecido de las mafias la apertura de un nuevo mercado al otro lado del Estrecho, propósito que han conseguido satisfacer con éxito.

El aprovisionamiento de medicamentos psicotrópicos para el mercado marroquí no es nuevo ni desconocido para las fuerzas de seguridad en Ceuta. La incautación de comprimidos de benzodiacepinas se ha convertido en una operación frecuente para policías y guardias civiles. En enero del pasado año, agentes de la Compañía Fiscal de la Comandancia de la Guardia Civil de Ceuta intervenían en el puerto  26.250 unidades de un medicamento distribuido con el nombre comercial de “Rivotril” (clonozepam). La droga habría alcanzado en el mercado negro un precio de 108.000 euros.