la invisibilidad de la comunidad lgtbi

Ceuta se tragó su Orgullo

La comunidad LGTBI no tiene en Ceuta quién la represente. Los prejuicios que la sociedad local continúa alimentando contra lesbianas, gays y transexuales han contribuido a expulsares de la escena pública. 

bandera gay fotomontaje
photo_camera Fotomontaje en el que la bandera arcoíris luce en el balcón del Ayuntamiento/ C.A.

El 28 de junio no hubo soflamas ni marchas ruidosas. No hubo confetis ni batucadas ni recepciones oficiales ni discursos reivindicativos. El 28 de junio la bandera nacional repetía su rutina diaria en el balcón del Palacio de la Asamblea. Ni rastro de la enseña arcoíris. El 28 de junio no pasó nada en Ceuta.

pablo núñezPablo Núñez, en la plaza Carmen Cerdeira/ C.A.

La comunidad homosexual de Ceuta se mantiene invisible, ausente de la escena pública, huérfana de portavoces. “Ceuta es una ciudad muy influenciada por un componente religioso que es manifiestamente contrario a la diversidad sexual y a los derechos de las personas del colectivo –reflexiona Pablo Núñez, uno de los primeros activistas del movimiento ceutí por los derechos LGTBI- Esa influencia es quizás mayor aquí que en el resto de territorios del Estado: somos una sociedad cerrada, con muchos prejuicios”.

Núñez fue una de la escasa decena de personas que a mediados de la primera década del siglo se implicaron en la organización de la primera asociación dedicada a la defensa de los derechos de los homosexuales. De aquel empeño nació “Y a ti qué”, una entidad que pese a su corta existencia desarrolló una frenética actividad precisamente en aquellos años en los que la comunidad LGTBI vio, seguramente con asombro, cómo sus reivindicaciones comenzaban a ser atendidas por los poderes públicos.

“Y a ti qué” tuvo su germen en un movimiento organizado en el seno del Consejo de la Juventud ceutí. Previamente, en los 90, el Colectivo de Lesbianas y Gays (Colega) estableció una delegación en la ciudad de breve vida.

zerolo pablo núñezLos activistas ceutíes de “Y a ti qué” desarrollaron una labor de concienciación e información que, años después, no ha sido retomada por nadie. La asociación organizó actos, campañas de salud, formuló denuncias, obligó a implicarse en la causa a los partidos políticos… Aquellos jóvenes presionaron para que una chica transexual pudiera acompañar la procesión del traslado del Medinaceli vestida de mantilla. Sufrieron incluso amenazas y agresiones. En 2010, cuando ya había dejado de ser presidenta de la asociación, María López fue agredida por un gañán cuando paseaba junto a su novia por el Poblado Marinero.

“Durante una visita a la ciudad, logramos entregar a Rajoy un panfleto en el que argumentábamos nuestro rechazo al recurso que el PP interpuso en el Constitucional contra el matrimonio igualitario. Fuimos, probablemente, los únicos en España que conseguimos hacerle llegar un documento de este tipo. Aunque hemos de reconocer que fue posible gracias a la ayuda del presidente Vivas”, rememora Núñez.

“Y a ti qué”, sin embargo, acabó languideciendo. Hoy lleva una vida latente, sin actividades ni estructura, a la espera de que otros jóvenes resuelvan tomar el testigo.

 

Política y derechos

“Si me metí en política fue porque consideré que era necesario para conseguir cosas”. Núñez es un destacado militante del PSOE que llegó a presentar su candidatura a la Secretaría General del partido en 2015.

La política es otro de los escenarios de los que el debate sobre los derechos de la comunidad LGTBI se ha desterrado. Curiosamente, la presencia de homosexuales en puestos de responsabilidad de la administración y los partidos en Ceuta no ha traído consigo una mayor visibilidad de la comunidad. Estos políticos, si bien desarrollan una vida privada sin ocultamientos y absolutamente normalizadas, jamás hacen referencia en sus discursos y apariciones públicas a la causa LGTBI.

josé manuel domínguezEl periodista José Manuel Domínguez/ C.A.

Quizás, la reflexión del periodista José Manuel Domínguez sirve para explicar éste y otros fenómenos relacionados con la comunidad LGTBI ceutí y su estima social.

“Ceuta es un pueblo. Si existiera una estadística para medir estas cosas, supongo que estaríamos a la altura de Orejilla del Sordete. La gente tiene miedo a salir del armario porque piensa que va a ser señalada, escarnecida, agredida. Ceuta oprime y reprime”.

Durante la década de los 90, muchos jóvenes homosexuales ceutíes abandonaron la ciudad a la búsqueda de lugares menos opresivos. Algunos llegaron a ocupar puestos de responsabilidad en los movimientos LGTBI de otras comunidades autonómicas españolas.

La de entonces era una Ceuta obstinadamente tradicional, no muy distinta en muchos aspectos a la actual. Hubo quien ejerció una resistencia heterodoxa. Pablo Núñez recuerda un grupo de jóvenes, peluqueros de profesión en su mayoría, que en los ochenta aprovechaban la cobertura que pudiera proporcionarles las fiestas de Carnaval para salir a las calles y mostrarse abiertamente. “Eran gente admirable”, celebra.

El periodista José Manuel Domínguez tiene tras de sí una larga trayectoria en los medios de comunicación locales que le proporciona una mirada sobre la sociedad ceutí particularmente ácida. Su historia no es distinta a la de miles de homosexuales españoles. No fue hasta pasada la treintena, y prácticamente por accidente, que reveló su condición homosexual a un amigo. “Habíamos bebido varias copas y se lo dije. Al día siguiente me di cuenta de lo que había hecho y, con miedo, le llamé por teléfono para ver qué le había parecido mi confesión. Me dijo que me seguía queriendo igual. A partir de ahí decidí que empezaría a contárselo a algunas personas”, recuerda.

Ceuta sigue siendo territorio sin Orgullo. La ausencia de un movimiento organizado no ha de ocultar la lucha cotidiana de centenares de personas LGTBI que combaten contra los prejuicios de una ciudad ajena a su existencia y, lo que es peor, contra sus propios miedos.

“Hay homofobia pero la peor es la interiorizada la que uno practica contra sí mismo. Yo he visto a muchos jóvenes hacerse daño de este modo”, advierte Pablo Núñez.

“No soy partidario de sacar a nadie del armario –continúa José Manuel Domínguez- pero de lo que estoy plenamente convencido es de que mientras una sola persona permanezca en él habrá homofobia”.

La imagen de la bandera gay desplegada a lo largo de la fachada del Ayuntamiento continúa siendo, a día de hoy, una escena improbable.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad