“Mis ingresos ahora son cero. Llevo dos meses tirando de amigos, pero los amigos no pueden ayudarte permanentemente. De hecho, ya no pueden hacerlo. En junio no pagaré el alquiler, ni el agua, ni la luz, ni nada”. Eva Villar confesaba el pasado verano su desesperada situación en una charla mantenida con Ceuta Actualidad. Madre soltera de una hija de cinco años, Villar narraba sus dificultades para afrontar el día a día con unos magros recursos que apenas le permitían sostener una economía de subsistencia.
La joven recibía el pasado martes una orden de desahucio por el impago del alquiler de la vivienda que ocupa junto a su hija. En abril del pasado año, Villar dejó de percibir un subsidio de 426 euros. En cinco años, tan sólo consiguió emplearse durante quince días como limpiadora. Desde septiembre, su única ocupación remunerada consiste en sacar a pasear a un anciano. Por ello recibe poco más de 100 euros.
“No puedo hacer frente al alquiler desde agosto”, explica Villar. La ayuda de 400 euros que recibía de Servicios Sociales le fue retirada en diciembre. “Con ese dinero lo que hemos hecho ha sido comer”, se sincera la joven.
La orden de desahucio, sin embargo, no se hará efectiva inmediatamente. El trámite para que se le reconozca la asistencia de un abogado de oficio demorará la ejecución del desalojo al menos quince días.
“Hay quien me plantea que vuelva a Córdoba, donde reside mi familia, pero yo tengo hecha mi vida aquí –continúa Villar- Además, ni siquiera tendría dinero para irme”.
Según un reciente estudio promovido por la Ciudad, del cual son autores los profesores Rontomé y Cantón, la tasa del riesgo de pobreza en Ceuta alcanza ya el 33,7%. Las cifras que se manejan en el estudio estiman en 28.369 las personas que se encuentran en esta situación.
