Una violencia sobre la mujer que no deja huella

Ceuta se sitúa como el territorio español con mayor tasa de infracciones penales relacionadas con el ejercicio de violencia económica sobre la mujer.

Concentración convocada el 8-M en la Plaza de los Reyes (C.A./ARCHIVO)
photo_camera Concentración convocada el 8-M en la Plaza de los Reyes (C.A./ARCHIVO)

Existe una violencia contra la mujer subrepticia, ajena a la luz, invisible. España registró en el quinquenio 2014-2019 18.235 infracciones penales relacionadas con la violencia económica sobre las mujeres, según datos del Ministerio del Interior. Y Ceuta está a la cabeza de estas agresiones.

Las estadísticas oficiales presentan la “tasa de victimización” por hechos de violencia económica en la ciudad como la más alta de toda España. Con una tasa de 0,26 infracciones por cada 1.000 habitantes en 2019, Ceuta se sitúa por delante de las comunidades de Murcia (0,24) y Canarias (0,22) y muy lejos de las de Castilla-La Mancha (0,06) y Asturias (0,05).

El Informe sobre Violencia contra la Mujer 2015-2019 constata cómo durante este periodo se cometieron en la ciudad 107 hechos en los que las mujeres eran víctimas de control y manipulación derivados de la superioridad económica de sus parejas masculinas. Este volumen de infracciones penales constituyó el 6% del total de las registradas: la violencia física, con 826 infracciones, y la psíquica, con 688, encabezan la tabla.

 

Agresor y víctima

La violencia económica es aquella que ejercer el agresor sobre su víctima a través del control de la economía familiar o mediante la práctica de socavar la independencia de la mujer para subvenir a sus necesidades. Este tipo de agresiones, minusvaloradas en no pocas ocasiones, puede ser ejercida durante la relación o, también, una vez que ésta ha concluido.

En no pocas ocasiones, esta servidumbre económica contribuye a prolongar e intensificar la situación de violencia de género que, encarnada en ataques físicos y psíquicos, deben afrontar muchas mujeres.

Algunos de los comportamientos típicos de este tipo de violencia muestran a un hombre que se niega a facilitar dinero a la mujer para afrontar los gastos del hogar, impone a su pareja la prohibición de trabajar, la priva del pago de aportaciones económicas a las que está obligado (desde 2015, la ley contempla como delito romper con la obligación de pasar la retribución fijada por la justicia) o, incluso, la convierte en víctima de robos.

El Instituto Universitario de Análisis Económico y Social de la Universidad de Alcalá presenta a la mujer víctima de violencia económica como una madre de entre 44 y 49 años, desempleada y con estudios básicos o medios. La mayoría de los hogares donde se registra este tipo de violencia no supera los 1.200 euros de ingresos mensuales.