Ministerio Fiscal y acusación particular piden una sentencia condenatoria para el facultativo

Una lesión en la aorta abdominal, posible causa de la muerte de una menor en una operación

El juicio por el incidente quirúrgico que costó la vida a una niña de 12 años mientras era operada en el Hospital Universitario para la extirpación de un quiste ovárico ha quedado visto para sentencia después del juicio celebrado este jueves en el Juzgado de lo Penal número 2.

juzgado-de-lo-penal-1-y-2
photo_camera juzgado-de-lo-penal-1-y-2

Tanto el Ministerio Fiscal como la acusación particular han interesado a la jueza una condena condenatoria para el facultativo que dirigió la intervención, mientras que los letrados del mismo, el de la compañía aseguradora y la del Ingesa han solicitado en la exposición de sus conclusiones definitivas la libre absolución del mismo al entender que ha quedado demostrado que todas actuaciones llevadas a cabo para tratar de frenar la hemorragia que se presentó fueron correctas.

La tesis más sostenida durante el juicio es que el fallecimiento de la menor se produjo por una lesión en la aorta abdominal al inicio de la intervención de laparoscopia. Para llevar a cabo esta técnica se utiliza primero una aguja de Veress, que es instrumento utilizado generalmente para realizar el neumoperitoneo en la práctica de la cirugía laparoscópica mediante la técnica cerrada, aunque puede utilizarse para la punción de cualquier cavidad corporal.  Es un trocar especial provisto de una cánula externa que acaba en una punta biselada y en su interior está provisto de un émbolo con punta roma, dotado de un resorte, que se dispara y exterioriza en respuesta a una disminución de la presión cuando la aguja, después de atravesar la pared abdominal, llega a la cavidad peritoneal, evitando así la lesión de vasos y vísceras intraabdominales. Una vez hecho se introduce gas en la cavidad y luego un trocar para por llevar hasta el lugar una cámara, que son los ojos del facultativo., según explicó el médico.

El incidente que produjo el fallecimiento de la menor constituía un riesgo inherente a la intervención. Ésta es la tesis que ha defendido el médico que dirigió la intervención ante la juez.

El médico ha relatado que aunque la menor ingresó el viernes 19 de marzo de 2011 en el Hospital Universitario con un fuerte dolor abdominal, él no la vio hasta el lunes, que fue cuando se incorporó a su trabajo.

El facultativo está acusado de un delito de homicidio por imprudencia grave, presunta causa de la muerte de la pequeña en marzo de 2011.

Según ha detallado, en el transcurso de la intervención, practicada mediante la técnica laparoscópica, una técnica, según dijo, habitual, advirtió que había sangre en la cavidad abdominal, y que tras aspirarla, vio el quiste, “que estaba peor de lo esperaba y que tenía un tamaño mayor al inicialmente considerado”. Tras requerir la presencia del jefe de servicio, ambos comprobaron la existencia de un abundante sangrado que trataron de controlar sin éxito.

Ante esta situación, continúa el relato del médico, se decidió cambiar la intervención sobre la marcha y se resolvió practicar, una laparotomía, una incisión para observar directamente la zona del peritoneo, aunque el quiste seguía sangrando.

Ante ello y tal como está protocolizado se llamó al cirujano de guardia. Ya había sido advertido por el anestesista de que algo no iba bien y que miraran la zona de retroperitoneo. En ese momento, según se ha oído en sala, se comprueba un desgarro en el vaso de aorta, por lo que, según su testimonio, pidió su reparación. Cuando se iba a emprender esta maniobra fue cuando el anestesista le advierte que la chica había fallecido

En la sala, enfrentado a un duro interrogatorio de la acusación, el facultativo aseguró desconocer si la denominada aguja de “Veress” o el “trocar”, empleados en las intervenciones con laparoscopia, pudo pinchar la aorta, una circunstancia que, en todo caso, y según su testimonio, no suele resultar frecuente aunque no es descartable que suceda. Este hecho ha sido corroborado por los peritos y la forense que declararon por la tarde. También ha precisado que el problema grave se presentó unos 35 minutos después de iniciar la intervención   

El médico ha mantenido que informó a la familia de la operación que se le iba a practicar a la menor y que además que estos firmaron el documento de consentimiento informado.

 

“Lo siento, lo siento”

El tío de la fallecida, que declaró como testigo en el juicio, describió a la menor como una chica normal y que acudió al hospital cuando estaba ingresada. En su declaración manifestó que su hermana no le “explicaron nada” y que cuando le comunicaron la noticia del fallecimiento solo “nos dijeron lo siento, lo siento, lo siento”. Incluso desconocía que tenían derecho a la autopsia, que no se le practicó a la fallecida, como ha quedado demostrado en la sesión.

Enfermeros, anestesista

Durante la jornada de la mañana también declararon los enfermeros que estuvieron presentes en la intervención, así como se oyeron, con sonido de muy mala calidad, no se entendían apenas sus afirmaciones, los testimonios que en la fase de diligencias ofrecieron el anestesista y el médico que estuvo en la operación con el acusado. También ha depuesto el jefe de servicio que fue llamado por el facultativo acusado para que le ayudase y el pediatra de la menor, que certificó que meses antes ya se la había detectado un quiste ovárico.

Los enfermeros vinieron a coincidir que la intervención se desarrollaba con normalidad, aunque también dijeron que el anestesista advirtió que algo iba mal porque “tenía problemas con el carbónico”. También se confirmó que a la menor se puso sangre debido a la gran hemorragia.

 

Peritos y forense.

En la jornada de la tarde tocó el turno a los peritos y a la forense. Los cuatro declararon de manera simultánea, respondiendo a las preguntas formuladas tanto por el Ministerio Fiscal, el abogado de la acusación particular y los de las defensas.

Todo el debate se centró en determinar la causa de la gran hemorragia que provocó la muerte de la menor. Todo apunta a que se produjo una lesión en la aorta abdominal al inicio de la operación laparoscópica, bien con la aguja de veress o al introducir el trocar.

Dependiendo del perito las versiones eran distintas, aunque quedó claro que la técnica utilizada era correcta y que la operación era necesaria.

Pese a ello se debatió mucho sobre el posible retraso de 48 horas en llevar a cabo la operación, aunque todos coincidieron en que eso no era determinante para el desenlace final. También se oyeron quejas en la sala relativas a que en el informe de alta no se incluyeran datos importantes y necesarios que hubiera facilitado conocer con mayor exactitud lo que sucedió.

Tras finalizar los testimonios, el Ministerio Fiscal interesó de la jueza una sentencia condenatoria al dejar entrever que el médico fue avisado por otras personas de que algo grave estaba pasando y que no buscó otras soluciones para resolver el problema. La acusación también solicitó una sentencia condenatoria y pidió una indemnización para la familia de 200.458,96 euros, superior a la solicitada en las conclusiones provisionales.

Por su parte, la letrada del Ingesa, el del facultativo y el de la compañía aseguradora interesaron una sentencia absolutoria para el acusado

La Fiscalía había solicitado para el acusado antes del juicio una pena de 3 años de prisión y 4 de inhabilitación profesional, petición que la acusación elevaba a 4 y 6 años, respectivamente.

El facultativo está acusado de un delito de homicidio por imprudencia grave, presunta causa de la muerte de la pequeña en marzo de 2011.

 

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad