Hace 10 días, tres jóvenes almorzaron en un restaurante, y a la hora de pagar, al enterarse de que sólo podían hacerlo en efectivo, dijeron que saldrían a buscar un cajero automático. Pasó el tiempo y pasó… y nunca regresaron.
“Les dije a mis empleados que la próxima vez se aseguren de que uno se quede o deje algunas pertenencias hasta que regresen”, comentó Apollinaire al diario británico The Independent. “Aceptamos que nunca regresarían y que habíamos perdido el dinero”.
Pero aquí viene la sorpresa: unos días después, el restaurante recibió una carta con el dinero debido y una explicación.
Decía así:
“Salimos de Kilimandjaro para embarcarnos en la búsqueda de una máquina ATM. En nuestra búsqueda, era evidente que el último tren a nuestra ciudad natal estaba a punto de partir. Esto desvió nuestra atención y nos llevó a correr a la estación de trenes y tomar el nuestro. Fue en este punto, demasiado tarde, cuando nos dimos cuenta de nuestras acciones y decidimos escribir esta carta de disculpa con 40 libras incluidas en este sobre”.