Pero hay cartas que, además de la retahíla de muñecos y juegos, son toda una declaración de generosidad, un soplido de espontaneidad y una divertida nómina de sorprendentes deseos.
Es el caso de estos niños que no olvidan a sus padres a la hora de pedir, que incluyen cosas tan impropias de los pequeños como un cepillo de dientes eléctrico y que ruegan a los Reyes Magos que dejen los regalos perfectamente envueltos junto a sus zapatos.