Isla Perejil

17 años desde la ocupación ilegal marroquí

Testimonio real del teniente coronal Navarro, que formó parte de las fuerzas legionarias encargadas de la ocupación del islote Perejil, una vez fueron expulsados los seis marroquíes tras la intervención de 24 militares del Grupo de Operaciones Militares (GOE). Además, al final del reportaje podrá ver un vídeo con imágenes exclusivas.

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photo_camera Imagen de la isla de Perejil, el día que fue liberada de los marroquíes ilegales (CEDIDA)

A pocas semanas de que se cumplan 17 años desde la ocupación ilegal de un puñado de marroquíes en la isla de Perejil, esta isla situada en el Estrecho de Gibraltar a poca distancia de la barriada de Benzú, vivió la tensión de 28 militares españoles desde que saltaran a la isla, lo que requirió seis helicópteros, con la orden dada de “cero bajas” por parte del que fuera presidente de España por aquel entonces, José María Aznar, para evitar un conflicto bélico entre ambos países. Unas acciones por parte de España que comenzaron a las seis de la mañana, aquel 17 de julio del 2002. Las órdenes que recibieron los legionarios del Tercio de Ceuta fueron las siguientes: “Si a las 4am no se aborta la misión, se procederá al asalto del islote por parte de las fuerzas del Mando de Operaciones Especiales para, posteriormente, ser asegurada por el Tercio Duque de Alba, haciendo frente a posibles acciones marroquíes”. Finalmente, al no ser abortada la misión, los legionarios de la IV Bandera, a las 7h de la mañana, estaban preparados para ir al islote Perejil.

“Recuerdo con mucha emoción los escasos minutos que duró el vuelo, sabíamos que la primera parte de la operación había tenido éxito, pero desconocíamos si iba a haber alguna reacción posterior y su entidad”

Una intervención militar necesaria para resolver el conflicto, tras varios intentos por parte de la entonces ministra de Exteriores, Ana Palacio, de que los marroquíes ilegales abandonasen la zona y retirasen sus banderas, así como el abandono de sus armas con los que defendían su presencia en el islote.

Una misión tildada como “incierta” al desconocerse realmente el número de musulmanes que permanecían en ese islote, en el momento de la llegada de los militares españoles.

24 militares del Grupo de Operaciones Militares (GOE), y otros cuatro de Infantería de Marina, se enfrentaban a una operación integrado por grandes profesionales con mucho tiempo de preparación militar a sus espaldas.

La operación comenzó de noche, a punto de clarea, y con un viento de más de 90 km/h, lo que dificultó el arranque de los helicópteros que finalmente salieron pese a las condiciones climatológicas.

El tiempo en el que los seis helicópteros sobrevolaban el Estrecho de Gibraltar, un hecho hizo que los tripulantes de los mismos pensaran que algo no iba bien, y que quizás era mejor abandonar y regresar a la base. Un patrullero marroquí les localizó con un foco de largo alcance mientras retiraban los protectores a sus ametralladoras. Se estaban armando. Con suerte, una fragata de la Armada española obligó al patrullero marroquí a marcharse.

Desde los helicópteros, una vez se aproximaron a la isla Perejil, pudieron identificar en la parte baja de la isla la zona donde dormían algunos marroquíes, así como la visualización en posición de defensa de otros. Tomaron tierra, con tan mala suerte que uno de los militares españoles se rompió los ligamentos en la zona de la rodilla al efectuar el salto.

Una vez consiguieron tomar tierra y posición, localizaron a seis marroquíes. En la tienda donde pernoctaban localizaron a tres de ellos, que se sorprendieron al ver la eficacia, los medios y equipamiento. El sexto y último estaba escondido. El jefe de ellos les llevó hasta él y finalmente todos pudieron ser arrestados sujetos con bridas y tapados con una capucha. Posteriormente, fueron trasladados a Ceuta, y devueltos a Marruecos.

A las 8.02h, los helicópteros procedentes de Ceuta, con los legionarios escogidos para participar en la Operación Romeo Sierra, tomaron tierra, visualizando dos Banderas españolas ondeando en el lugar donde se encontraba la Bandera marroquí y los boinas verdes tenían asegurada la zona.

Una vez tomó tierra una segunda oleada de legionarios, el islote fue dividido en dos sectores: Alfa a cargo del capitán Armada, Bravo a cargo del capitán Navarro (hoy Tte. Coronel), que nos cuenta su experiencia vivida desde que comenzara la Operación:

perejil 2Tcol. Navarro

Nos cuenta sus vivencias el que fuera capitán en el Tercio Duque de Alba (hoy día teniente coronel), encargado de proteger la zona beta de la isla, una vez los marroquíes fueron expulsados del islote.

Cuando informaron de la Operación

“Como otro jueves cualquiera del año, acababa de finalizar el tradicional Arriado de Bandera, en la Plaza de África, cuando tuvimos conocimiento de que se había activado la red de alerta de la unidad. Como jefe de la Compañía de Alta Disponibilidad de la Vª Bandera “Gonzalo de Córdoba” inicié el procedimiento de activación de la unidad. Inicialmente pensé que se trataba de una alerta rutinaria para comprobar el nivel de disponibilidad.  En una reunión de urgencia, el teniente coronel jefe de Bandera nos informaba de que fuerzas de la Gendarmería Real marroquí habían desembarcado en el islote de Perejil. Tengo que recocer que a pesar de mis más de 6 años destinado en Ceuta, nunca había oído hablar de la Isla Perejil, por lo que un primer momento pensé que se trataba de la ambientación para un ejercicio táctico.  Durante el transcurso de la reunión fuimos conscientes de la realidad, y a primera hora del día 12, se constituyó la unidad con personal de la IVª Bandera y Vª Bansera. La Agrupación táctica quedaba acuartelada en García Aldave, Cuna de la Legión, a disposición de la Comandancia General para lo que fuese requerida.

Muchas eran las hipótesis y los comentarios, aunque nosotros estábamos prácticamente aislados y nuestro único contacto con el mundo exterior eran los medios de comunicación que en nuestro tiempo de ocio podíamos seguir.  Nuestra única consigna eran estar preparados para lo que pudiera ser ordenado, ya sabes el dicho: “ESPAÑA MANDA Y LA LEGIÓN OBEDECE”.

Preparación

“Conforme iban pasando las horas, parecía más remota la idea de nuestra intervención, pero esta situación sufrió un vuelco cuando vimos tomar tierra los helicópteros en el patio de García Aldave. A partir de ese momento, las prácticas de embarque y desembarque se realizaban con medios reales, a pesar del intenso calor, propio del mes de julio, se intensificaron las tareas de instrucción, los rostros de los legionarios reflejaban una mezcla de tensión e ilusión. Tensión para no perder la concentración, no cometer ningún error e ilusión por tener la oportunidad de poder demostrar que si es preciso están dispuesto a entregarlo todo por España”.

Y llegó el día

“La noche del 16 recibimos todos los detalles de operación, después de tantos preparativos se nos comunicó que, tras una primera intervención por parte del MOE para desalojar el islote, los helicópteros nos trasladarán al islote como fuerzas de ocupación. Una reunión con una duración de varias horas y en ella se planea hasta el último detalle, no se puede dejar nada a la improvisación. Tengo que recocer que aquella noche me fue imposible pegar ojo en las escasas horas que transcurrieron desde el final de la reunión hasta el toque de Diana. 

“Recuerdo que aquella mañana, al oír los boletines informativos de radio, me sentía un privilegiado, la información que estaban dando, sobre negociaciones, posibles acuerdos, reacciones internacionales, etc.  en pocas horas iba a quedar desactualizada”

Embarcamos en los helicópteros una mañana de niebla cerrada, típica de García Aldave, pero la decepción nos embargó a los pocos minutos de despegar, por razones que desconocíamos, los helicópteros tomaron tierra en el cercano Acuartelamiento Montesa, no pude evitar pensar que la misión se había abortado o, peor aún, que habíamos sido parte de una maniobra de distracción.

Finalmente, los helicópteros volvieron a despegar y esta vez sí nos pusimos rumbo al islote.

Una vez allí, relevamos las posiciones con el personal del MOE y desplegamos en las que nos habían sido asignadas.  A continuación, y tras unos pocos primeros minutos en los que, manteniendo la observación, el corazón tuvo tiempo para bajar la intensidad de los latidos, en unas condiciones extremas por el calor y el complicado terreno rocoso, procedimos a la fortificación de los puestos de observación. Haciendo gala de nuestro Credo, los legionarios realizaron todos los trabajos encomendados, sin quejarse de fatiga, ni de hambre, ni de sed, ni de sueño.

Conforme fueron pasaron las horas, la situación se fue normalizando, dando paso a una calma tensa en la que únicamente cabe destacar el intento de un civil que se acercó al islote en una embarcación inflable y que fue invitado a volver a la costa.

Poco a poco las condiciones fueron mejorando y las raciones de combate se sustituyeron por el rancho en caliente. No teníamos ni idea del tiempo que íbamos a estar destacados, pero tampoco nos importaba, estábamos mentalizados y preparados para aguantar todo lo que fuese necesario".

Regreso a casa

“El día que recibimos la orden de iniciar los preparativos para el repliegue, la alegría se notaba el ambiente, por un lado, la satisfacción de haber cumplido nuestro deber, sin afortunadamente, tener que llegar a lo demandado por el Credo Legionario, y por otro el de poder reunirnos con nuestros seres queridos, a los cuales entre la concentración y la misión llevábamos más de una semana sin ver.

Finalmente, abandonamos la isla y llegamos al helipuerto militar del Acuartelamiento ‘Viña Acevedo” hoy en día “teniente Ruíz’”.

“Una vez más, los Legionarios del Tercio Duque de Alba, habían demostrado que pueblo era el más valiente”