Arde Ceuta

Ramón Rodríguez
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Si nos dejamos guiar por el espectáculo al que hemos asistido en los últimos días por parte de los partidos políticos con representación en la Asamblea parecerían quedar muy claras qué cualidades y capacidades priman a la hora de ser nombrado concejal, director general o máximo responsable de algún área concreta dependiente de la propia Asamblea. Desde diferentes grupos políticos critican el nombramiento del nuevo gerente de RTVCE aluden a “no sólo la improvisación y el amiguismo que impera en este nombramiento, sino el menosprecio a un ente público que debería estar al servicio de la ciudadanía”. Y que el PSOE, nuevamente, ha sostenido las tesis del PP, apoyándolo a la vez que indican “…que cada ciudadano o ciudadana saque sus propias conclusiones”. ¿Estarán hablando de PPsoe?. Otros grupos políticos señalan "no pudiendo supeditarse estos nombramientos a esa estrategia de mercadeo político y pago de favores a la que ya abierta e indecentemente se han abonado tanto el Partido Popular como el Partido Socialista". ¿Estarán también hablando de PPsoe?

Infinidad de personas, quizás sin ninguna preparación intelectual para los y las clasistas de distintos partidos políticos, podrían pensar que la formación es fundamental. Y que debiera estar relacionada con el área o departamento que se va a dirigir. Que la experiencia en el sector concreto de actuación o desarrollo de la actividad es igualmente primordial. Que ciertos valores personales no solo son importantes sino imprescindibles, como por ejemplo la empatía, asertividad, compromiso con la sociedad ceutí, con Ceuta, etc.

 Dicho de otra forma para que personas como yo podamos entenderlo: He estudiado y trabajado en lo que voy a dirigir, sé hacerlo y además me preocupo por mi tierra, por mi gente. Dicho de otra manera, para los y las que tanto presumen de formación, aunque parezca que no han pasado por aula alguna. «Quod natura non dat, Salmantica non præstat» (“Lo que la naturaleza no da, Salamanca no (lo) otorga”).

De una forma u otra la situación es la siguiente, la Asamblea tiene presupuesto y personal para defender y fomentar nuestro medio natural. Ponerlo en valor, salvaguardarlo y potenciarlo. Para quiénes no lo tenían claro, se han publicado en los últimos días diversos artículos en la prensa local que inciden en el hecho de lo sucio y descuidado que tenemos nuestro patrimonio natural y en concreto nuestros montes. Pero resulta que, desde junio de este año, al menos, se viene avisando del riesgo que esto supone. Denuncias reiteradas sobre el estado de abandono y acumulación de basuras en zonas como García Aldave, Aranguren, merenderos, o el Monte Hacho, que ya vivió una situación parecida, sin olvidar barrancos, etc. Desde asociaciones como Septem Nostra se viene alertando, casi continuadamente y sin ser oídos, del riesgo elevado que supone la acumulación de basura. Debiendo prestar especial atención a los plásticos, a los que denominaba “bombas de relojería en los montes de Ceuta que además sirven de combustible para el fuego”.

No hay que ser un lince para saber que el abandono de residuos aumenta el riesgo de incendios forestales y menos aún si te lo llevan indicando desde hace meses. ¿Alguien escuchó o leyó en la Asamblea estas advertencias?, ¿alguien decidió actuar?, ¿a alguien le importó?

En Ceuta parece ser que determinadas actuaciones, que deberían ser responsabilidad de las administraciones, se dejan en mano de la buena voluntad del ciudadano y no parece que nadie se sienta afectado ni aludido cuando ve que los y las ceutíes se tienen que organizar para limpiar sus playas o su entorno cercano, para recoger desechos y restos de plásticos, etc. Nos preguntamos ¿dónde están las empresas externalizadas o no que se deben ocupar de estos temas, ya sea de manera directa o transversal? ¿Dónde están los y las responsables que permiten que esto ocurra sin estremecerse?

Para prevenir incendios forestales en general todos los expertos sostienen que basta con seguir unos cuantos consejos:

1. No tirar colillas encendidas al suelo y tampoco por la ventanilla cuando se circule en vehículos.

2. No tirar, ni dejar basura fuera de las papeleras. Si no hay una cerca, guardar los residuos para depositarlos en el contenedor correspondiente más adelante.

3. Las hogueras, incluidas las de la limpieza de los montes y quema de rastrojos, solo pueden encenderse en zonas controladas y en épocas autorizadas.

4. En caso de acampada no dejar nunca ningún tipo de fuego encendido, aunque sea una zona habilitada para ello.

Nos volvemos a cuestionar circunstancias y actuaciones. ¿Existen protocolos medioambientales para la prevención de incendios forestales u otras posibles situaciones de riesgo a las que esté expuesto nuestro patrimonio natural? Existen varias posibles respuestas:

  1. No. ¿Y a qué esperan?
  2. Estamos en ello. Pues más diligencia por favor.
  3. Sí. Pues qué es lo que está fallando ¿el protocolo o su ejecución?

Pediríamos, en nombre de todos y todas las ceutíes, transparencia y que nos indicaran nítidamente cuál es la respuesta. Acompañada, por supuesto, de los protocolos de actuación actuales o en ciernes.

Igualmente nos gustaría conocer de qué medios disponemos en Ceuta: herramientas, agentes extintores, equipos de bombeo y autobombas forestales, etc

Pero, por encima de cualquier cuestión, existe una realidad evidente. Un concepto, repetido varias veces a lo largo de este texto y, que cada vez suena más lejano, casi silenciado, en los oídos y mentes de nuestros dirigentes políticos: la responsabilidad. Todas sabemos lo que significa. Una de sus acepciones es: “Cargo u obligación moral que resulta para alguien del posible yerro en cosa o asunto determinado”. ¿Realmente nadie es responsable, en mayor o menor medida, moral, político o profesional de que arda Ceuta?.

De la transparencia emana la capacidad para poder someter a control al Ejecutivo y sus tareas convirtiéndose en pieza clave del Estado de Derecho. Kant plantea la necesidad de una redefinición conceptual acerca de lo que se define como el ‘‘nuevo’’ espacio público, caracterizado por el concepto de publicidad, que no es otra cosa más que el mecanismo por el cual la sociedad civil, usando términos contemporáneos, empieza a tener una incidencia directa sobre el Estado. La publicidad se convierte en la exigencia ética ineludible e imprescindible sobre la que debe girar la vida pública posibilitando a la gente poder salir de la minoría de edad en términos de participación social. En política todo aquello que se pretende ocultar a la ciudadanía terminará, tarde o temprano, convirtiéndose en impresentable. El carácter confidencial, supuestamente, de determinadas acciones políticas no proporciona patente de corso para liberar de todo límite jurídico sus posibles contenidos. La política conlleva obligaciones adicionales a las personales y que algunos interpretan, errónea o malintencionadamente, en el sentido de poseer todo un patrimonio de prerrogativas y derechos capaces de convertir al político en un déspota mercenario que se cree ungido por la divinidad con el derecho a utilizar los medios existentes a disposición del Estado para su propio y único beneficio. Tomás y Valiente suscribía que “… el político es responsable por omisiones o negligencias cometidas en ‘in elegendo’ o ‘in vigilando’…”. En democracia no sólo es penalmente culpable el autor, sino que también es políticamente responsable quien confió en él, quien pudiendo y debiendo vigilarlo no lo vigiló. “In elegendo” recuerda algo tan fundamental como que si tengo autoridad para elegir “a dedo” a tal o cual persona para un cargo de responsabilidad, de confianza, he de sentirme en consecuencia comprometido por la conducta de aquel o aquella a quien se eligió. Pues a mí me otorgaron su confianza los y las ciudadanas.

«Cuando un Targaryen nace, los Dioses lanzan una moneda y el mundo contiene el aliento». Esa profecía, de las más antiguas de la historia de Poniente y de «Juego de Tronos», podría extrapolarse a la Asamblea de Ceuta en cuanto al nombramiento de concejales o directores generales.

Ahora cuando lo que más quedan son cenizas, tristeza y frustración el Gobierno de la Ciudad Autónoma encarga a la empresa pública Obimasa un estudio diagnóstico de las razones y consecuencias de los sucesivos incendios que han afectado a la zona protegida de Calamocarro-Benzú. El estudio deberá aportar soluciones, entre ellas el necesario plan de reforestación y recuperación del área afectada. ¿Y ya está? ¿No se depurarán responsabilidades? ¿Nadie es responsable de tanta desidia?

Decía Julio Anguita en una reciente entrevista, antes de la fallida investidura, como parte de una de sus repuestas “…Todos saben que en un cuadro de tipo impresionista, si se mira de cerca, no se ven nada más que manchas y colores, y que, para poder ver las formas, hay que retirarse….”.

Yo he hecho lo contario; me he acercado a la política y las manchas se han convertido en representaciones crudas y objetivas, transformando impresionismo en realismo de forma inmediata.

Espero sinceramente que nuestra querida Ciudad no se transforme en un remedo de la serie “Arde Madrid” en la que las élites cercanas al poder político o económico, viven una Dolce Vita de espaldas a la mayoría del pueblo, cuya existencia sólo cobra sentido, para ellas, en vivir para trabajar y complacer todos sus deseos perpetuando sus privilegios.

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