Y la vida sigue,
sin detenerse
y sin embargo el mundo parece no moverse.
Semana Santa y calles vacías
y entra en hogares la melancolía.
Santa y atípica,
faltó el olor a incienso,
ruido de tambores, trompetas, penitentes, costaleros,
estación de penitencia
y sobre todo faltaron
las gentes y su presencia.
Quedaron Jáudenes ,
calle Real o Gran vía ,
con menos vida y sin alegría por no haber podido encontrarse ni Jesús , ni su madre María.
Esta vez el Medinaceli
no dio la libertad a un preso,
esta vez se fugaron los besos.
Lloraron las Penas
quedaron sin voz las saetas
las mantillas dobladas
y las almas desgarradas.
Quién nos iba a decir
que a los españoles se les iba a prohibir salir y no poder a sus fiestas acudir
España,
país de arte, alegría y jarana
de fervor, de calor ...
¡ Ay qué dolor!
Faltó ;
y a los españoles se les prohibió acudir a su obligada cita
por culpa de esta pandemia maldita.
Esta vez las coronas
no coronaban al nazareno,
esta vez la corona
era un virus con sarna y veneno.
Pero aun faltando el estar,
no faltó el siendo
pues no se ausentó el deseo de aquellos a los que su fe
mueve montañas;
conmemorar la pasión de Cristo desde lo mas "jondo" de sus entrañas.
siendo más que nunca
semana de duelo,
de crespón negro
por no poder ni siquiera ;
despedir a nuestros seres queridos muertos.
Y así pasó esta Semana santa,
y así quedará en nuestra retina
y memoria ,
permaneciendo para
la historia ,
cómo no pudimos acudir a nuestra obligada convocatoria.
No obstante ,
volverán y no serán ya
oscuras las golondrinas,
volverá a procesionar Jesús siendo para los creyentes cristianos la mejor de las curas,
y la mejor....DE LAS MEDICINAS.