la comunidad hindú prepara el aniversario

Una década en el templo

Contar con un templo marcó un antes y un después en el día a día de la comunidad hindú. Diez años en los que la comunidad ha sabido integrarse y mantener su cáracter aperturista en una ciudad que presume de sus cuatro culturas.

Fachada del templo hindú
photo_camera Fachada del templo hindú/ C.A.

El templo hindú celebra este año su décimo aniversario. Lejos quedan las reuniones en domicilios particulares que tenían un libro sagrado donde hasta se celebraban bodas y bautizos. El presidente de la comunidad, Ramesh Chandiramani, recuerda que la primera casa que conoció siendo niño era la de la familia Matani, “frente al Ayuntamiento cuando la Gran Vía ni existía”.

Mucho han cambiado las cosas para la comunidad hindú en estos años. La construcción del templo marcó un antes y un después. Siendo consejero de Fomento, Nicolás Fernández Cucurull, los hindúes apostaron por el local que les ofrecían en la calle Echegaray a un precio simbólico de un euro y por un periodo de 50 años a través de una concesión. Las aportaciones económicas de los fieles y de la Ciudad Autónoma permitieron que el lugar fuera tomando forma. Hoy es el punto de reunión, rezo y oración de la comunidad pero también es lugar de visita para otras religiones que se acercan hasta allí para conocer a los hindúes.

“La evolución ha sido muy positiva. Estamos plenamente integrados y nuestras costumbres y festividades son conocidas por la ciudadanía, que también participa de manera activa”, comenta Chandiramani, quien asegura que “a no ser por los mayores que aun llevan ropa típica, los hindúes pasan desapercibidos en el día a día de la ciudad”. Y es que si por algo destaca el colectivo hindú es por su carácter abierto. Muestra de ello son los matrimonios mixtos, en su mayoría con cristianos. Algo impensable hace años. “En los años 60 era algo inadmisible. Tal vez por el miedo a lo desconocido pero hoy estos matrimonios están normalizados”.

El perfil del hindú también ha cambiado en estos años. Si en los años 90 se vivió el boom de los bazares con productos importados de Extremo Oriente y que atraían a clientes de la península, hoy apenas quedan dos locales de este tipo, como el regentado por Ramesh en la Galería Ibañez. Los hindúes se han diversificado y profesionalizado. Herederos de aquellos bazares encontramos almacenes Mary Sol o Nurishi importaciones. Pero sin duda, el punto de inflexión lo marca la educación superior. “El acceso a la universidad de nuestros jóvenes ha permitido que haya hindúes en puestos de responsabilidad y profesiones como médicos o abogados”, explica Chandiramani, al tiempo que recuerda que cuando los bazares entraron en decadencia con la entrada de España en la Unión Europea y la bajada de los aranceles aduaneros, muchos comerciantes decidieron emigrar a otros territorios como Canarias donde el mercado del bazar estaba en alza.

Con motivo del décimo aniversario de la inauguración del templo, este fin de semana miembros del comité de la comunidad se han reunido para comenzar a perfilar las actividades que se celebrarán en el mes de junio. Aun no hay nada cerrado pero se baraja organizar talleres de yoga, de música sacra y de gastronomía, además de visitas guiadas al tempo.

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