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Cristina Cifuentes tira de la manta

De un plumazo, Cristina Cifuentes ha asestado el golpe más duro contra su viejo rival, González, y ha dejado al descubierto a dos de los protagonistas de la soterrada lucha intestina por el poder en el PP, dos 'sorayistas' convencidos. 

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photo_camera La presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes, dueña actual de la escena política/ Estrella Digital

Estrella Digital/Joaquín Vidal

La acción de la presidenta de la Comunidad de Madrid ha desatado un ciclón judicial. Los informes sobre las actuaciones en el Canal de Isabel II durante el mandato de Ignacio González abundaron las investigaciones previas de la Unidad Central Operativa (UCO), la unidad de élite de policía judicial de la Guardia Civil. Cristina Cifuentes no solo ha desempolvado la documentación sobre su antiguo rival político, sino que ha puesto también ante los caballos a Mauricio Casals y a Francisco Marhuenda, bruñidores de la mayor parte de las conspiraciones que se mueven en el entorno del PP. Dos gatos a los que nadie se atrevía a poner el cascabel.

Según las informaciones que se filtran, Mauricio Casals y Marhuenda fueron los encargados de la estrategia para detener precisamente el ciclón que se ha desatado este martes en Madrid. Marhuenda, director del diario La Razón, no es un periodista más. Mauricio Casals no es un directivo de los medios de comunicación más. Ambos son personas estrechamente unidas en la estrategia política a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría.

De acuerdo a las hipótesis iniciales de los investigadores, Maruhenda se prestó a ser activo en una campaña de amedrentamiento contra Cristina Cifuentes para evitar que los dossieres del canal salieran adelante. El objetivo, aseguran, era protegen a Edmundo Rodríguez Sobrino, consejero delegado de La Razón. Sin embargo los objetivos de Mauricio Casals siempre han estado más allá que echar una mano a uno de sus ejecutivos.

Casals pasa por ser el factótum de Planeta. El autor de una audaz estrategia que aúna bajo la misma empresa a quienes adulan al Gobierno del PP (La Razón), una cadena amable con el poder (Antena 3) y otra que ha aúpa a Podemos a tercera fuerza política del país (La Sexta), feroz con el PP. Que paga a periodistas tan dispares como Marhuenda y Antonio García Ferreras. Una estrategia de palo y zanahoria que ha dado interesantes réditos económicos a Planeta.

La cercanía al poder y los juegos de enemistades y odios africanos dentro del PP tienen un juego de espejos perfecto en Planeta y en la persona de Mauricio Casals. El Gobierno adjudicó las nuevas licencias de TDT aprovechando un viaje de trabajo del ministro competente del ramo, José Manuel Soria. La pelea de éste y de Juan Manuel García Margallo contra la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría acabó en un vapuleo mediático y el óbito político de ambos.

De la misma manera a Casals se le atribuye cercanía personal a uno de los principales subordinados de Soraya Sáenz de Santamaría, al director del CNI, Félix Sanz Roldán. Independientemente de esto, el directivo de Planeta es uno de los amigos personales del rey emérito, Juan Carlos I.

 

La personalidad política de Cristina Cifuentes

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, es un valor en alza del PP, pero cuyo techo parecía estar en su cargo actual. Con una imagen cincelada por su jefa de Gabinete y sobre todo de Comunicación, Marisa González, Cifuentes se ha convertido en un activo valioso en la lucha descomunal de poder que acaece en el PP justo por debajo de Mariano Rajoy. Las dos contendientes son Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal, ante la aparente pasividad del presidente del Gobierno. El campo de batalla, casi cualquier acontecimiento de este país. Un congreso regional es una trinchera que ocupar; una foto que sale mal, un golpe de mano guerrillero. Un 'El intermedio' riéndose de una mantilla ingenuamente puesta, la toma de un nudo de comunicaciones.

En este contexto, el juez Eloy Velasco es un nuevo juez campeador que se ha especializado en la corrupción relacionada con el PP de Madrid, al que se dedica con vocación de cruzado. La UCO, la mayor demostración de la independencia policial de España, lleva años siguiendo la pista a las posibles corruptelas cometidas por el PP madrileño durante los mandatos de Esperanza Aguirre e Ignacio González. Precisamente el expresidente madrileño ha sido una de esas víctimas muertas en un accidente en la cuneta de esta larga guerra que se vive en el PP. Solo así se explican las grabaciones subrepticias que hizo públicas el comisario José Villarejo solo unos días antes de que se eligiera al candidato ‘popular’ para la presidencia de la Comunidad de Madrid en la elecciones de 2015. En esa ocasión la beneficiada fue Cristina Cifuentes.

Pero en esta guerra taimada las fidelidades se mueven de un lado para otro, en función de la sombra que se haga sobre el complejo presidencial de La Moncloa. Cifuentes ha pasado de candidata en lucha, a estar asentada en el poder y gobernar una compleja alianza con Ciudadanos, en la que ella siempre sale mejor en la foto. González ya era un cadáver para la política y se había retirado a un despacho profesional. Pero los rescoldos de su guerra contra Cifuentes –de la que paradójicamente fue gran amigo unos años antes– no estaban apagados.

La presidenta de Madrid ha analizado que seguir contando con el favor de los ciudadanos requiere una tabla rasa y una purga en cuestiones de corrupción. Por eso varios medios afines han contado con información comprometedora contra los antiguos colaboradores de González. Algunos de ellos han ido cayendo poco a poco, descartados como granos podridos, víctimas de la implacable ley del pacto con Ciudadanos: si te imputan, quedas eliminado. En el afán de cortar de raíz con el pasado apareció el informe sobre las cuentas del Canal de Isabel II en Latinoamérica. Un viejo objetivo de los enemigos de González, que llegaron a seguirle en un viaje con dos directivos a Colombia.

Desde dentro de la casa se tira mejor de la manta.