Una joven de O'Donnell denuncia los insultos que recibe cuando sale a pasear acompañando a su hermano autista

Lazos azules para paseos tranquilos

Un niño autista y su hermana mayor salen a pasear identificándose con un lazo azul anudado a la muñeca para evitar los insultos e imprecaciones que reciben desde ventanas y balcones. 

Los lazos azules ideados por María (C.A.)
photo_camera Los lazos azules ideados por María (C.A.)

lazos azulesMaría Benayad es vecina de la barriada O’Donnell y hermana de un adolescente de 14 años aquejado de trastorno de espectro autista. La orden de confinamiento dictada a raíz del  decreto de estado de alarma ha supuesto para estos niños y jóvenes una modificación de sus rutinas y, consiguientemente, un incremento en el estrés que perjudica su bienestar y altera su conducta.

El aislamiento domiciliario se ha convertido para muchas personas con discapacidad intelectual en el peor escenario para mantener una vida satisfactoria. “Mi hermano vive en un fin de semana muy largo –explica María- Pregunta continuamente cuándo volverá al cole porque no entiende qué ha sucedido para que sus rutinas se hayan visto rotas”.

Durante la segunda semana de vigencia del estado de alarma, el Gobierno atendió las reivindicaciones de las asociaciones representativas de las personas con discapacidad. Una instrucción publicada en el Boletín Oficial del Estado el 20 de marzo autorizaba a personas con discapacidad y alteraciones conductuales a salir a la calle a dar un paseo.

Sin embargo, esta solución dio paso un nuevo problema: los niños autistas que salían a la calle eran increpados desde ventanas y balcones por los vecinos, que creían ver a dos personas incumpliendo las órdenes de confinamiento. “Ahora ya no sabemos qué es peor, si quedarse en casa o sacarlo a la calle”, explica María.

Por eso, la joven ha ideado un recurso que pretende se convierta en práctica común entre todos los ceutíes que sufran este mismo problema. Cuando toca paseo, María y su hermano se colocan un lazo azul en la muñeca para ser identificados como personas que, por sus circunstancias particulares, están autorizadas a circular por la calle. “Lo que queremos es que esto se extienda para poder pasear sin que los niños se alteren por los gritos e insultos que reciben”, concluye la joven.

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