“Mientras haya España, hay esperanza en la vida”

Cinco marroquíes ciegos, solicitantes de asilo, envían una desgarradora carta al presidente de la Ciudad para que les ayude a obtener autorización para viajar a la Península.

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photo_camera Los migrantes, concentrados el pasado día 16 ante la sede de la Delegación del Gobierno (C.A./ARCHIVO)

Los cinco marroquíes invidentes que ya se manifestaron el pasado día 16 para reclamar autorización para viajar a la Península han expuesto su situación al presidente de la Ciudad, Juan Vivas, a través de una carta. Todos ellos son solicitantes de asilo lo que, conforme a lo dictado recientemente por el Tribunal Supremo, les da derecho a moverse libremente por todo el país. Sin embargo, la sentencia del Alto Tribunal no se ha hecho efectiva en ningún caso.

En su carta, los marroquíes solicitan el apoyo de Vivas a sus demandas y narran la peripecia que les ha conducido hasta España. “Nuestro único pecado nació en una tierra que no respeta al discapacitado, sino que lo desprecia, reprime y desplaza, no toma en cuenta su condición y no respeta sus capacidades personales”, explican en la misiva. “Entonces, señor presidente, nos vimos obligados a salir a manifestarnos a las calles para exigir a los funcionarios nuestro derecho a una vida digna, pero lamentablemente nos enfrentaron con represión y golpizas. También trabajamos en el contrabando de mercancías en Puerta Ceuta, donde dormíamos allí la noche en Puerta Ceuta, extendiendo papeles y cubriéndonos de cielo”, continúa la carta.

Los marroquíes relatan que, ante esta situación, su única salida fue la de abandonar Marruecos para recalar en Ceuta: “Decidimos salir del país y dijimos que mientras haya España, eso significa que hay esperanza en la vida, así que nos dirigimos aquí, esperando un mañana mejor”.

Los cinco invidentes aluden a su formación académica, que suma estudios de Literatura Inglesa, Derecho y Fisioterapia, antes de hacer valer su capacidad para convertirse en personas “activas y productivas” para el país.

En su carta, los migrantes se quejan de la dureza de la vida en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) e insisten en que las instalaciones no están adaptadas para acoger a personas con su discapacidad. “Un día nuestro amigo ciego estaba limpiando la habitación, por lo que la mano de una escoba le entro en su ojo. Y otro coche lo atropelló. Señor presidente, un año de sufrimiento aquí en el centro nos basta: le pedimos que nos ayude y trabaje para trasladarnos de aquí a la Península”.

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