Opinión

Portavoces

Lo que no hay que hacer nunca es descuidarse hasta el punto de que un ‘porta-vox’ tenga la oportunidad de convertirse en un mentecato.

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Se dice que, con arreglo a la puerta, así es la casa. Algo de verdad tiene esta conocida frase atribuible también, por qué no, al papel que desempeñan los portavoces de los partidos políticos en cada una de sus apariciones. De un buen ejemplo se podría tratar lo acontecido días atrás en la Asamblea de nuestra ciudad.

Sus intervenciones pueden ir desde, estelares e inolvidables a terribles e inolvidables, por eso no conviene descuidar la importancia que tiene la figura de un portavoz. Se trate de un grupo político o cualquier otra organización, esta figura es fundamental y resulta vital para cualquier institución que se precie. Las organizaciones siempre se tendrán que asegurar de que la figura está, en todo momento, a la altura de lo que representa.

La función que desempeñan estos personajes resulta extremadamente importante, sobre todo en momentos claves como son sus intervenciones plenarias, hasta tal punto de que no pueden confundirse a estos comunicadores con la imagen que tiene un simple vocero.

En su acervo diario, tendrá que tener por aprendida como un relicario, la tesis que mejor convenga sin mentir demasiado, como jefe de esa orden, al fin y al cabo de eso es de lo que se trata.

Si nos damos cuenta, en diferentes momentos de nuestra pequeña historia democrática, en nuestra ciudad se han dado diferentes modelos de comunicadores que van desde el anodino, al mequetrefe; sin dejar de reconocer que, también hubo alguno bueno. Siendo de diferentes partidos, mostraron características muy parecidas estos designados.

Lo que no hay que hacer nunca es descuidarse hasta el punto de que un ‘porta-vox’ tenga la oportunidad de convertirse en un mentecato. Si eso ocurre, lo mejor es apartarlo de su cometido y ponerlo a buen recaudo enseguida, para que pueda hacer en la intimidad un profundo examen de conciencia.