El naufragio de una pequeña balsa neumática con ocho migrantes a bordo no se ha convertido en una nueva tragedia gracias a la decidida intervención de un grupo de agentes de la Guardia Civil. En torno a las ocho de la mañana, la Guardia Civil advertía la presencia de una embarcación que, desde la bahía de Beliones se dirigía hacia la costa ceutí con seis hombres y dos mujeres a bordo.
El fuerte viento reinante y el rigor de las olas hacían zozobrar la balsa ante la mirada impotente de la tripulación de la patrullera del Instituto Armado, que no podía asumir el riesgo de aproximarse a las rocas.
La patrullera de la Guardia Civil, junto a la costa (MANUEL SÁNCHEZ/FACEBOOK)
Entonces, cuatro agentes que se encontraban en tierra se arrojaron al agua para rescatar a los náufragos. Mientras los guardias civiles conseguían, frente al embate del oleaje, poner a salvo en tierra a los migrantes, dos jóvenes subsaharianas pugnaba para mantenerse a flote. Arrastradas por las corrientes, las mujeres eran empujadas mar adentro.
Uno de los guardias nadó a hasta alcanzar a la que se encontraba más alejada de la costa. Otro se apostó junto a la segunda joven, que, junto al agente, comenzaba a ser engullida por la corriente. Este segundo guardia hubo de ser rescatado por sus propios compañeros una vez que consiguió acercar a tierra a la náufraga.
“Era impresionante ver cómo las olas los cubrían y los empujaban y cómo el guardia, pese a todo, no soltaba en ningún momento a la mujer”, explicaba un testigo.
Cinco agentes han tenido que recibir asistencia médica para ser atendidos de golpes y de las molestias derivadas de haber tragado grandes cantidades de agua durante el rescate.
Una segunda balsa
Apenas una hora y media antes de que se produjeran estas escenas, otra balsa neumática arribaba a la costa de Benzú con diez personas a bordo, entre ellas un bebé. El pequeño era trasladado al Hospital Universitario a causa de un cuadro de hipotermia.
