la guardia civil soporta un acoso diario

Los traficantes de personas cercan Ceuta desde sus dos bahías a bordo de motos acuáticas

Las tardes de verano se han convertido para la Guardia Civil en un quebranto cotidiano. Decenas de motos de agua pilotadas por traficantes de personas tratan de burlar la vigilancia de los agentes para abandonar a sus "clientes" en las playas ceutíes. 

Vista del lado marroquí en la Bahía Norte
photo_camera Vista del lado marroquí en la Bahía Norte (C.A.)

Las pateras han dejado de recalar en aguas de Ceuta y ahora ponen proa hacia la Península. La escena de un grupo de migrantes subsaharianos atendidos a pie de arena por guardias civiles y voluntarios de Cruz Roja hace tiempo que no se repite. En su lugar, una vasta flotilla de motos de agua pilotadas por traficantes de personas cerca Ceuta desde sus dos bahías.

El fenómeno no es nuevo, ni tan siquiera, como reconocen fuentes de la Guardia Civil, este año la presión de los tratantes es mayor a la de veranos anteriores. Pero no por ello el acoso a los agentes y los riesgos de la vigilancia son menores.

Los guardias civiles pudieron advertir este jueves el alcance de los propósitos que albergan los traficantes. Durante la tarde, una legión de motos se desplegó en la las bahías norte y sur en un juego de amagos y fingimientos que concluyó con nueve migrantes desembarcados en suelo ceutí (seis subsaharianos, uno de ellos una mujer, dos argelinos y un marroquí) y un piloto detenido.

La experiencia proporciona algunas certezas a las fuerzas de seguridad acerca de cuál será el comportamiento de los patrones de estas rápidas y esquivas embarcaciones. Entre las cuatro y las seis de la tarde, los movimientos de las motos en las zonas de El Tarajal y Benzú comienzan a incrementarse, al amparo del trasiego de otras naves de recreo, entre las que tratan de confundirse.

La Guardia Civil, que mantiene dos de sus lanchas en ambas bahías en tareas de vigilancia y control, se ve obligada a monitorizar los movimientos de todas las motos de agua que navegan por la zona, sean cuales sean sus intenciones.

Las lanchas de la Guardia Civil se ven así enfrentadas a unas motos que acechan sus evoluciones en grandes grupos, dispuestas a acometer cualquier maniobra por peligrosa que sea fiados a la potencia de unas naves capaces de alcanzar velocidades de hasta 70 nudos. Cuando la ocasión se presenta, los pilotos saben aprovecharla. Superan el espigón, arrojan al agua a su “cliente”, viran y vuelven tras sus pasos. Apenas dos minutos para un servicio limpio y, en todo caso, muy caro para quien lo contrata.

Resulta difícil determinar las tarifas que las mafias imponen a los migrantes, condicionadas a los efectos de la oferta y la demanda de este mercado siniestro. Las motos de agua concilian estos “trabajos” en la costa ceutí con los transportes de migrantes hacia la Península, particularmente en dirección a Tarifa, situada a apenas un cuarto de hora de navegación. La playa de Paloma Baja, en el municipio gaditano, puede recibir hasta una veintena de motos en un día.