Opinión

TANVOXDIENMAK

A ver cómo me expreso sin soltar un tampundienmak de por medio. Eso es lo que tienen los calentones. Aunque igual debería abrir la ventana de mi casa y gritar bien alto: ¡TANVOXDIENMAK! 
 

No quiero engañar a nadie. Escribo esto por puro calentón mientras escucho de fondo la valoración del resultado de las elecciones generales por parte de los representantes de VOX en Ceuta. De hecho, abrí el documento en el que escribo en cuanto se pronunció eso de “hoy es un día negro y triste porque ha ganado la no españolidad de Ceuta”. LOOOOL. A ver cómo me expreso sin soltar un tampundienmak de por medio. Eso es lo que tienen los calentones. Aunque igual debería abrir la ventana de mi casa y gritar bien alto: ¡TANVOXDIENMAK! 
 
Al principio estaba algo mosca. Agobiadillo, igual. Pero ahora, con declaraciones así, estoy más agobiado que un treinta y uno en el antiguo Stone Beach. Y de verdad, a mi me da igual con qué mano se haga cada uno su gayola matutina. Sea lo que sea que votemos para las autonómicas, intentemos dejar el odio fuera de las urnas.  
 
Con este tipo de afirmaciones me imagino cosas muy bizarras. Porque claro, si termina ganando el odio, imagino que el cañón de las doce apuntará con proyectil de plomo los días pares al Oasis y los impares a la Tetería de Benzú al grito de “¡Yo soy español, español, español!”. Igual la cárcel del Hacho reabre sus puertas para todo el que se dé un apretón de manos y luego se lleve la mano al pecho o plante más de dos besos en la cara en cada saludo. Tengo claro que yo iría a la cárcel seguro. Bueno, yo y la mayoría de mis amigos cuando hacemos un movimiento muy concreto. Ese mítico gesto a medio camino entre un gesto italiano y un baile de flamenco con la mano intentando decir “¿qué estás hasiendo kisho?” Porque a ver, hay que reconocer que ese gesto muy español no es. 
 
Si votamos odio, los pinchitos no llevarán aliño. Simplemente será carne ensartada en un palo al fuego. ¿Y los corazones? Pues sin el aliño no español nos daremos cuenta de que es un plato de casquería y dejaremos de pedirlos con mayonesa. Por no hablar del Zah-Zah, que se terminaría convirtiendo en un simple smoothie multifruta. Igual el Noor y Ramia se salva si cambia su nombre a Norberto y Romina. Quién sabe. 
 
Con tanto odio, igual hasta la mujer muerta se levanta, y cruzándose por delante del pecho una rebequita en plan señora indignada, da un salto y se planta con un mojito en el Tumbao de Tarifa para no volver nunca.  
 
Nuestra perla del Mediterráneo ahora mismo se parece más a una coquina cerrada y llena de tierra. Muy española, eso sí. Esperemos que vuelvan esos días en los que estábamos orgullosos de escuchar “con increíble de mayonesa”.  
 
En fin, que más cuscús y menos odio para todos.