Opinión

¿Con quién hay que hablar?

Un amigo me pedía hace unos días que escribiera algo sobre las actitudes poco cívicas de nuestros conciudadanos, a los que, a veces parece que se les olvida que viven en una sociedad y nos hacen refunfuñar, encontrarnos a disgusto. Y es que algunos van dejando su huella por donde van pasando, a menudo cuando pasean a sus mascotas y de esta forma van provocando en los demás la ira que produce determinados descuidos mal intencionados, insolidarios y de mala educación cívica.

Un amigo me pedía hace unos días que escribiera algo sobre las actitudes poco cívicas de nuestros conciudadanos, a los que, a veces parece que se les olvida que viven en una sociedad y nos hacen refunfuñar, encontrarnos a disgusto. Y es que algunos van dejando su huella por donde van pasando, a menudo cuando pasean a sus mascotas y de esta forma van provocando en los demás la ira que produce determinados descuidos mal intencionados, insolidarios y de mala educación cívica.

Por si es poco, para sentirnos más descontentos y acumular más tensión nos encontramos otro tipo de ciudadano, el que deja el vehículo mal aparcado, por lo general encima de la acera, impidiendo el paso, en muchas ocasiones, a padres con sus carritos, en otras, a personas mayores o discapacitados físicos a los que les supone una tremenda dificultad salvar estos obstáculos. Estos son síntomas de que algunos ciudadanos sólo piensan en ellos y muestran su cara egoísta e insolidaria.

¿Qué se puede hacer? ¿Con quién hay que hablar para intentar corregir estas conductas?, me preguntó este amigo; a lo que yo le respondí que “pese a que el Ayuntamiento pone en marcha campañas de sensibilización, es evidente que éstas no dan el resultado esperado y se siguen reproduciendo estos comportamientos”. Tal vez, en el momento en el que son observados deberían ser reprendidos o, en su caso, algo más: sancionados.

No cabe duda de que algo falla. Habiendo tanto empleado en la ciudad en tareas de vigilancia, con cargo a planes de empleo y colaboración social, ¿dónde están los resultados? El Ayuntamiento de Ceuta maneja unos recursos de personal increíbles, miles de personas cada año, entonces… ¿qué pasa? Lo que pasa es simplemente que quienes tienen la responsabilidad, tienen la vista puesta en otra parte, desvían el tiro a conciencia en cuyo objetivo se encuentran dar dádivas a los más allegados y, con ello, un fin electoral nada más, y ahí se cierra el círculo.

Hace unos años, yo me creía que este desaguisado que tiene montado nuestro querido alcalde-presidente era fruto de la incompetencia de quienes les rodean, de la ineptitud y de la ignorancia, pero… luego me enteré que estos –todos- obtienen siempre su beneplácito, son los elegidos, forman parte de estructura necesaria cuyo fin ya conocemos. Nadie que no reúna las condiciones necesarias formará parte del selecto club de los tontos útiles.

Pero, no nos equivoquemos, los tontos útiles están en lo que están y en lo que han aprendido, y… ¡vaya si comen pan!