Opinión

Vox, una sorpresa anunciada

Resulta evidente que la obtención de 12 diputados por parte de Vox en el Parlamento de Andalucía es un hecho sorprendente para quien presume de estar en la realidad, siendo evidente que no lo estaba. En su argumentario, esta formación política en nuestro país va encontrando cada día más adeptos.

Resulta evidente que la obtención de 12 diputados por parte de Vox en el Parlamento de Andalucía es un hecho sorprendente para quien presume de estar en la realidad, siendo evidente que no lo estaba. En su argumentario, esta formación política en nuestro país va encontrando cada día más adeptos.

Los que se preocupan por el auge que pueda alcanzar esta opción, deberán tenerles en cuenta con verdadera inquietud, pues no sólo están los nostálgicos de ese glorioso pasado del país al que un día sirvieron con fervor patriótico rienda en mano, sino también hay que sumarles a los que mamaron de sus progenitores los valores de la misma época, más aquellos que no están de acuerdo con la deriva que cogieron los partidos de corte más democráticos y con los que esperaban mayor sintonía.

Lo que realmente les tienen que preocupar a los preocupados, son estos últimos, los que están asqueados de esa retórica ambigua, de la demagogia barata y, sobre todo, de aquellos planteamientos que conviven en el centro de los debates en nuestro país y que corroen los principios y las señas de identidad de los pueblos que conforman nuestro estado. Estos últimos no están contados y pueden ser muchos, pero muchos más, los que encuentren acomodo y una voz en Vox.

Haciendo un balance del resultado de las elecciones andaluzas, el 2-D en la radio, en un pueblo que había votado a Vox de tradición socialista, el comentarista sacaba la siguiente conclusión: “En este pueblo es que viven de la caza”. Más o menos, ese era el motivo. Y no es baladí, se trata de ver quién defiende el modo de vida de ese pueblo: las gentes quieren seguridad, contundencia y votan a quienes se la ofrece. Eso sí, sin medir bien las consecuencias se identifican con ellos parcialmente y, esto les hace votarles.

O los partidos llamados tradicionales conectan con los ciudadanos o se van a volver locos, porque no son capaces de darse cuenta de que sus conciudadanos van por un lado y ellos por otro. Señores, la pandereta y el bombo en estas fiestas están de plena actualidad. No sé si me explico.

Ahora bien, no sé qué me preocupa más, si la campaña que algunos ven necesaria para desmontarles el chiringuito a Vox por el peligro que dicen que tienen, -y realmente lo tienen-, o porque los que ven la conveniencia de esa campaña, lo que realmente ocultan es que quieren que todo siga igual para que nada cambie. Y eso también es muy malo.