Opinión

Tiempo de posesiones

El presidente de la Ciudad ha tomado posesión del cuerpo mortal de Juan Vivas. No es el primer caso, desde luego. De forma periódica y por doquier, alcaldes, concejales y presidentes de diputación mancillan la carne mundana de miles de seres corrientes sin exorcismo posible.

El presidente de la Ciudad ha tomado posesión del cuerpo mortal de Juan Vivas. No es el primer caso, desde luego. De forma periódica y por doquier, alcaldes, concejales y presidentes de diputación mancillan la carne mundana de miles de seres corrientes sin exorcismo posible.

Estos episodios de alienación se prolongan en el tiempo hasta que unas nuevas elecciones, un tránsfuga emboscado o una crisis de partido rescatan al endemoniado de su padecimiento.

Es creencia común que no es bueno dejar que el diablo ejerza su maléfica influencia permanentemente. El demonio ha reeditado su inquilinato en el interior del ciudadano Vivas, donde, por fuerza de la costumbre, ha encontrado un hogar confortable y muelle.

Vivas ha afirmado públicamente que mientras le voten permitirá que el íncubo que le viene alquilando la carcasa cada cuatro años se acomode a sus anchas y sin remilgos.

En la actual tesitura, a los españoles no nos vendría mal una mayor dosis de “amateurismo” entre nuestros dirigentes. Por el bien común y para evitar, Dios nos oiga, que la acción del Maligno infeste el mundo de “javieresarenas” y “gaspareszarrías”. Vade retro.