Opinión

Turbio y raro

El escándalo generado por la filtración a la prensa de una lista de supuestos adjudicatarios de las 317 de Loma Colmenar no ayuda a disipar las dudas que, ya como un lugar común, se ciernen sobre los procesos de asignación de viviendas de promoción oficial tuteladas por la Ciudad. Las vergüenzas de Emvicesa han quedado al descubierto.

El escándalo generado por la filtración a la prensa de una lista de supuestos adjudicatarios de las 317 de Loma Colmenar no ayuda a disipar las dudas que, ya como un lugar común, se ciernen sobre los procesos de asignación de viviendas de promoción oficial tuteladas por la Ciudad. Las vergüenzas de Emvicesa han quedado al descubierto.

Si ya de por sí resulta insólito que la relación de beneficiarios de un procedimiento de carácter público salga publicada en un periódico local en lugar de darse a conocer por los cauces reglados, más desconcertante se antoja que nadie tenga (o diga tener) ni la más remota idea de dónde ha salido y cómo se ha confeccionado esa lista de nombres.

Los representantes de los partidos de la oposición con representación en la empresa de la vivienda aseguran no haber participado en ningún acto jurídico dirigido a sancionar lista de adjudicatarios alguna. Pero la lista existía. Sería bueno que algún responsable del Gobierno de la Ciudad explicase quién la confeccionó y con arreglo a qué criterios.

El estrafalario affaire culmina con el vodevil que alguien ha querido componer con el propósito, se ha de suponer, de animar la vida interna del Partido Popular. La consejera y presidenta en funciones del consejo de administración de Emvicesa, Susana Román, ha acusado al viceconsejero de Vivienda, Antonio López, de “traicionar” su confianza. Según esto, López habría desoído las directrices de Román orientadas a paralizar el procedimiento de adjudicación. Un rapto de furia habría llevado a López a ejecutar su “venganza” por algún agravio que a la gente del común se le escapa.

Alguien debería explicar de qué va todo esto.