Lo malo no es incumplir los compromisos asumidos sino conducirse con la indiferencia de quien no ha prometido nada en absoluto. Ceuta ofrece un buen número de ejemplos de actuaciones de las administraciones públicas que, pese haber sido programadas y oportunamente anunciadas, no hacen más que demorarse en el tiempo.
La apertura del paso fronterizo de El Tarajal II resulta una inmejorable ilustración de esta particular forma de gestionar los asuntos públicos. Una infraestructura que fue terminada hace dos años y que ha conocido un sinnúmero de fechas de inauguración, todas ellas sucesivamente frustradas. Pero no es el único caso.
Los sindicatos han venido denunciando la falta de personal que lastra el funcionamiento y la seguridad de la vieja cárcel de Los Rosales. El flamante centro penitenciario de Loma Mendizábal aguarda, entretanto, que el Gobierno central apruebe las dotaciones necesarias que hagan posible su apertura. Oficialmente, las instalaciones abrirán sus puertas para recibir a sus primeros internos el próximo año. Algo que ponen en duda los representantes de los funcionarios.
CCOO ha denunciado que Instituciones Penitenciarias ha incumplido su compromiso de asignar a la plantilla de Ceuta a 50 funcionarios en prácticas. El número de empleados públicos resulta insuficiente para garantizar la calidad de los servicios en Los Rosales y, desde luego, para disponer de una plantilla capaz de atender las necesidades de una cárcel de las dimensiones de la que está todavía por inaugurar.
Habrá que esperar al próximo año para confirmar el anuncio que en su día hiciera el titular de la Delegación del Gobierno. La cárcel abrirá en 2017, se aseguró entonces.
Pero eso será imposible si no se habilita la plantilla necesaria.
