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La estadística no ha sido compasiva con las autoridades municipales esta semana. Las encuestas del INE sobre condiciones de vida y población activa y el informe de Eurostat acerca del desempleo en la Unión Europea sólo dejan tras de sí malas noticias.

La estadística no ha sido compasiva con las autoridades municipales esta semana. Las encuestas del INE sobre condiciones de vida y población activa y el informe de Eurostat acerca del desempleo en la Unión Europea sólo dejan tras de sí malas noticias.

La Encuesta de Condiciones de Vida ha situado Ceuta como el territorio español con mayor tasa de riesgo de pobreza, un 36%, 13,7 puntos por encima de la media nacional. Elaborada por el Instituto Nacional de Estadística, al igual que la anterior, la Encuesta de Población activa cifra la tasa de paro en la ciudad en el 23,3%. La guinda ha corrido a cargo de la oficina estadística comunitaria Eurostat, cuyo informe sobre incidencia del desempleo durante 2016 sitúa el índice de paro ceutí entre los diez mayores de toda la Unión Europea.

Estas revelaciones deberían abrir un debate público que, pese a la frecuencia con la que se esgrimen lugares comunes sobre la situación económica y social de la ciudad, no acaba de plantearse con la gravedad y el rigor que sería deseable. Esta renuencia a hablar con seriedad acerca de las amenazas que se ciernen sobre la población ceutí quizá pueda explicarse por la apatía que genera el hábito y la costumbre.

Lo que cuentan estas estadísticas no es muy distinto a lo que estos mismos informes nos vienen diciendo desde hace años. Escenarios tan desalentadores como los que describen estos demoledores datos ya los habíamos conocido antes. La costumbre, la reiteración parecen haber conducido a la resignación.

Hace tiempo que ya no se habla de estas cosas como se debería.