Opinión

Mensajes

Los mensajes electorales parecen aumentar su virulencia conforme la campaña avanza. Y, lo que resulta incluso más preocupante, alimentan las futuras incoherencias de los líderes políticos, si es que hemos de creer que ninguno de ellos desea una tercera convocatoria de elecciones.

Los mensajes electorales parecen aumentar su virulencia conforme la campaña avanza. Y, lo que resulta incluso más preocupante, alimentan las futuras incoherencias de los líderes políticos, si es que hemos de creer que ninguno de ellos desea una tercera convocatoria de elecciones.

Los candidatos de cada una de las formaciones, y sus secuaces en provincias, han decretado ya sus particulares excomuniones. Rajoy clama por someter a exorcismo a Unidos Podemos, su recién estrenada némesis, al tiempo que exhorta a los electores a que, en nombre del voto útil, ni se les ocurra apoyar a Ciudadanos en las urnas. El socialista Pedro Sánchez jura y perjura que Pablo Iglesias jamás será presidente del Gobierno con sus votos. A su vez, Rivera anuncia que pedirá la cabeza de Rajoy para dar su beneplácito a un pacto con los populares, acuerdo en el que los socialistas no quieren participar en ningún caso. Y Unidos Podemos sólo contempla como posibilidad el pacto con el PSOE.

Quizás, todas estas objeciones y vetos acaben ablandándose una vez que se conozcan los resultados y los números puedan hacerse sobre escaños ocupados. Pero si lo que dicen hoy es lo que han determinado hacer, las terceras elecciones son inevitables. Y si no lo es, es que todos mienten.