Opinión

Quizás su incapacidad

Hablar no mata a nadie pero puede resultar venenoso para las aspiraciones de quien ha hecho del poder su principal objetivo. El intercambio de pareceres entre quienes sostienen distintas opiniones resulta provechoso para evaluar los propósitos, intereses y embelecos de aquellos que se entregan a tan saludable y democrático ejercicio. En esto, el debate organizado por Atresmedia se antoja ejemplar.

Hablar no mata a nadie pero puede resultar venenoso para las aspiraciones de quien ha hecho del poder su principal objetivo. El intercambio de pareceres entre quienes sostienen distintas opiniones resulta provechoso para evaluar los propósitos, intereses y embelecos de aquellos que se entregan a tan saludable y democrático ejercicio. En esto, el debate organizado por Atresmedia se antoja ejemplar.

Si es cierto que a la política española le aguarda un tiempo nuevo, el debate del martes ha de entenderse como el acto inaugural de ese advenimiento. El carácter de espectáculo televisivo con el que la cadena envolvió uno de los acontecimientos políticos más notables de los últimos años no estorba su valor. Tres candidatos a la presidencia del Gobierno y la portavoz de un cuarto, sometidos al escrutinio de dos periodistas competentes y sin burladeros a los que huir. No estamos acostumbrados a encontrar a nuestros políticos en semejantes trances.

Sin embargo, y pese a las buenas noticias, no conseguimos deshacernos del todo de los malos hábitos. La abstención de Mariano Rajoy empobrece el logro y desacredita al ausente. Un cálculo partidista desprovee a la gente de la información que cualquiera que aspire a ocupar una responsabilidad pública está en la obligación de proporcionar.

El debate ha constituido un alivio y un motivo para la esperanza de quienes han acabado abrumados por la mediocridad e hipocresía de nuestros hombres públicos. Quizás sea verdad que algo va a cambiar.

Pese al ejemplo nacional, en Ceuta las nuevas costumbres no parecen arraigar. La negativa del PP a que sus candidatos participen en los debates organizados por los medios de comunicación locales evidencia una manifiesta falta de fe en la democracia. Más preocupante, si cabe, resulta el comportamiento de la dirección de Ciudadanos. El que se presenta como un partido nuevo enfrentado a los vicios del pasado se niega a que sus candidatos al Senado se encuentren en un mismo foro con los de otras fuerzas políticas. Ceuta Actualidad emitirá próximamente un debate entre quienes aspiran a ocupar un escaño en la Cámara Alta. Ni los candidatos del PP ni los de Ciudadanos  participarán en ese encuentro. Ni en ése ni en ningún otro organizado por ninguna otra empresa de la comunicación ceutí.

La estrategia no puede imponerse al deber. Dar cuenta de lo que se propone a la ciudadanía y confrontarlo con quienes proponen cosas distintas es, en esencia, una obligación de quien actúa con el propósito de representar a los españoles en las cámaras nacionales. Si los candidatos rechazan este compromiso, uno está legitimado para pensar que esconden algo. Quizás su incapacidad.