Opinión

Sánchez Prado

El pleno de la Asamblea debatirá en su próxima sesión una propuesta para la institucionalización de un acto de homenaje a la figura del alcalde Sánchez Prado que se habría de celebrar cada 5 de septiembre, fecha de su ejecución. No parece una mala iniciativa.

El pleno de la Asamblea debatirá en su próxima sesión una propuesta para la institucionalización de un acto de homenaje a la figura del alcalde Sánchez Prado que se habría de celebrar cada 5 de septiembre, fecha de su ejecución. No parece una mala iniciativa.

La moción, auspiciada por el grupo parlamentario socialista, se antoja adecuada y conveniente. Antonio López Sánchez Prado, un hombre de izquierdas que portó su compromiso social más allá de las servidumbres de la política cotidiana, merecería un nuevo reconocimiento, un homenaje más de la ciudad que, pese a los años transcurridos desde su asesinato en 1936, le mantiene en su memoria.

La elección de la fecha de su muerte ante el pelotón de fusilamiento tiene un valor añadido. Sánchez Prado fue un hijo de su época, un periodo convulso de la historia de España que no deberíamos acostumbrarnos a dulcificar. El alcalde ceutí falleció por sus ideas, víctima de una muerte violenta. Su biografía está urdida con las desdichas de un tiempo brutal, una época de dolor que todavía acumula víctimas en las cunetas a las que las autoridades continúan obviando. Honrar a Sánchez Prado es, al tiempo que un deuda con su figura, una manera de no olvidar al resto, a todos aquellos cuyo paradero, ocho décadas más tarde, seguimos sin conocer.