Opinión

Un cuadro muy real, diez años después

Esta historia la conté cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía visitaron Ceuta y, al cumplirse ahora diez años, lo volví a contar a los compañeros de Ceuta Actualidad.

Javier Chellaram
photo_camera Javier Chellaram

chellaramEsta historia la conté cuando Don Juan Carlos y Doña Sofía visitaron Ceuta y, al cumplirse ahora diez años, lo volví a contar a los compañeros de Ceuta Actualidad. Son vivencias que se guardan en mis apuntes y carpetas. Mira por dónde ya hace cinco años que los independentistas comenzaron a quemar las fotos del Rey Don Juan Carlos y la pena es que los pamplinas que se jactaban de quemar las fotos no habían vivido en los tiempos de Franco ni los de la Transición, ni se olieron el golpe de Tejero el 23-F ni los golpes que han llegado desde allá por Cataluña.

Todo comenzó durante el servicio militar. Pasé seis meses en la Cruz Roja del Mar y otros dieciséis como marinero voluntario de la Armada y la brigada naval de salvamento. Fue entonces cuando viví la siguiente anécdota.

Llegan a la Base Naval de Salvamento en Ceuta los cuadros del Rey Don Juan Carlos, vistiendo uniforme de capitán general de la Armada, los oficiales de Cruz Roja del Mar, junto con el delegado provincial, a la sazón teniente de navío del Cuerpo General de la Armada, Don José Esparza Espinosa. Me llaman y me avisan de que he de colgar los cuadros en las salas y lugares indicados.

Yo, que siempre he sido y soy tan espontáneo, con mi entusiasmo real le digo al jefe:

-¿Me da una fotografía ?

Y me responde:

-No.

Como al que le quitan algo que deseaba tanto, con disciplina militar, acaté la orden. Pasaron los años, y llegaron aquéllos de la autonomía, de los bazares llenos, el tiempo en el que comencé a escribir en los medios sobre la Armada Española. Fue entonces cuando me dio por sentarme y escribir esta breve y sencilla historia para ponerla en conocimiento de la casa de Su Majestad el Rey. Corría el invierno de 1993. Al cabo de unos días me llegó una valija especial de correos. El funcionario, sorprendido, me dijo:

-Oiga, ¿esto qué será? Me han hecho traerlo fuera de mi jornada laboral como algo especial.

Un cuadro con la fotografía de Su Majesta acababa de llegar a casa. Resulta que el secretario de la Casa Real leyó mi historia y se la contó al Rey Don Juan Carlos. El cuadro estuvo más de 20 años acompañándome en el salón familiar. Se lo entrego a mi nieto Jesusito, que será el que se quede con mi legado. Un recuerdo de mi emoción monárquica al servicio de España, en el fondo de mi alma.

Hace diez años todos los medios pensamos en un elaborar especial sobre la visita de los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía a Ceuta, lo que hizo que todos los columnistas y colaboradores nos pusiéramos a contar anécdotas e historias relacionadas con los monarcas. Yo escribí una que titulé “Historia de un cuadro muy real", el relato de cómo la Casa Real me envió una fotografía firmada del Rey.

La sociedad caballa leyó esa historia. Mi amigo Miguel Martínez Esparza se llevó los palos porque lo confundieron con el teniente de navío Esparza. Pero por entonces Martínez Esparza era un niño por lo que no podía ser el temido jefe del reclutamiento naval en Ceuta. “¡Mira que no darle a Chellaram el cuadro del Rey!”, le recriminaban. Ésta fue una anécdota que hemos compartido todos estos años...

Desde aquel momento, viví un periodo de cuatro años inolvidables gracias a la Armada Española. Al año siguiente de la visita de los Reyes, en 2008, la Armada, que no olvida a los que sirvieron por España, me invitó a los actos de la Escuela de Suboficiales, a la entrega de los reales despachos de sargento, acto que presidía el por entonces SAR Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón y Grecia.

En los Jardines de Colón de la Escuela de Suboficiales, durante la copa de vino español, pude estrechar la mano a Don Felipe, y decirle: "A sus órdenes Alteza", al tiempo que le daba un recuerdo para sus padres que, al final, habían visitado Ceuta.

La Armada Española sigue hoy día colmándome de atenciones en todos los actos que se celebran a bordo de los buques que atracan en Ceuta y en los protocolarios que alberga la sección naval del Estrecho con sede en Ceuta.

Fue un periplo inolvidable, una época en la que las lágrimas caían por mis mejillas cada vez que pisaba el suelo de la Armada entonando el himno de "Soplen serenas las brisas".

La nación, al correr de los años, hizo gala de una frágil memoria y llegaron los agravios, que han afectado a la Corona, a la imagen del rey Don Juan Carlos, aquejado ahora por los achaques de una vida dedicada al deporte, ejemplo que ha sido de brío y entusiasmo, el primer embajador de España, capaz de traer contratos para España, receptor de las atenciones de jefes de estado de otros países. Ahora hay quien dedica desprecios y burlas a España, desprecios al Rey que nos trajo la democracia, la Constitución, que nos libró del golpe del 23-F, el Rey de todos los españoles. Aquel día de noviembre de 2007 en Ceuta, sencillamente, mostramos nuestras banderas y abrimos nuestros corazones porque los Reyes cruzaron el Estrecho sin salir de España.