Opinión

Refugiados en Europa

“¿Quiénes sois, forasteros? ¿De dónde venís, surcando el mar?/¿Os guía algún fin o erráis sin oriente, como los piratas, que vagabundean en el mar, exponiendo sus almas al peligro/ y llevando desdichas a los hombres?” (“La Odisea”. Homero). Mas… “¡Que nadie olvide que el que da pan tiene derechos!”

¿Quiénes sois, forasteros? ¿De dónde venís, surcando el mar?/¿Os guía algún fin o erráis sin oriente, como los piratas, que vagabundean en el mar, exponiendo sus almas al peligro/ y llevando desdichas a los hombres?” (“La Odisea”. Homero). Mas… “¡Que nadie olvide que el que da pan tiene derechos!”

Esto es quizás una forma demasiado poética de empezar un somero análisis del tremendo experimento colectivo al que nuestros dirigentes europeos nos están abocando.

Pero bien. ¿Qué es lo que nos está pasando? Porque a lo mejor es que nos pasan las cosas porque no sabemos por qué nos pasan. Y por ello, es quizás necesario analizar el qué y el porqué de esta invasión de refugiados de oriente que está convulsionando las mismas raíces históricas y de creencias sobre las que se construyó la Europa que conocemos.

Para empezar habrá que reconocer que nuestra Europa, convertida en un mero mercado internacional -que nadie se olvide que el mercado es a fin de cuentas la piedra angular de su construcción- está siendo desde hace mucho tiempo sometida a unos determinados escrúpulos de buenísimos novicios, dirigidos por un sectarismo de partitocracias esclavas de un nihilismo absurdo. Y esto lo hacen bajo una bandera que bombardea continuamente con relativismo que solo nos conducirá a la propia destrucción de la Unión Europea.  Y el relativismo en nuestra Europa no es nada más que esto: Inseguridad, tibieza y falsedad que oculta la necesidad de mano de obra barata para el mercado de beneficios.

Por otra parte, una ingente hueste de gentes extrañas se está dirigiendo a nuestras casas sin control alguno, buscando mejorar sus propias vidas. Unos huyen de situaciones dramáticas de riesgo de vida, otros de la miseria y algunos como disfraz para entrar de forma inadvertida en nuestro suelo con sus ideales belicistas y asumidas costumbres tribales. Y todos ellos con vocación de permanencia. ¿Es por tanto inteligente dejar entrar a todos sin control? ¡Yo creo que no! Porque una descontrolada inmigración en masa es peligrosa tanto para los nacionales como para los propios inmigrantes legales que se ganan dignamente la vida trabajando en Europa. La inmigración debe ser legal y pacifica, o al menos eso dice la ley, y esto no se está cumpliendo en esta avalancha de refugiados. ¡Crisis, paro y descontrol, son la base del surgimiento de la xenofobia!

Así están las cosas, y mientras en Europa triunfan las ideas de desaparición de la religión cristiana, de la igualdad de sexos y de permisividad sexual, los que llegan masivamente vienen con otras ideas contrarias muy afincadas en sus cabezas. Contradicciones que solo pueden producir sociedades paralelas dentro del mismo territorio. Porque ese engaño tan afincado de multiculturalidad solo crea eso: Sociedades paralelas que lógicamente acaban con la identidad propia de los pueblos y en las que según se sobreentiende a Samuel Huntington en su choque de civilizaciones, siempre dominará aquella que mantenga más arraigadas sus propias creencias.

Y esto parece que empiezan a saberlo nuestros magníficos políticos de Bruselas. Yo todavía recuerdo los ataques desaforados que se realizaron sobre nuestra ciudad y sobre sus cuerpos y fuerzas de seguridad no hace tanto tiempo cuando defendían nuestra frontera. Sin embargo, ahora empiezan a ser ellos los que están decidiendo imponer las mismas medidas en toda Europa. Qué sorprendente. ¿no? Se ve que los grandes medios de sensibilización social se están asustando del efecto que sus buenistas reflexiones están produciendo en los países de paso y de destino de esta inmigración. Es más, se empiezan a oír tremendas expresiones como la de población de sustitución en nuestras tierras.

Pero, mientras, los pobres ciudadanos europeos asistimos sorprendidos a los aceleradores de nuestra historia que esta gran masa de inmigración está realizando en Europa y que nuestros pequeños dirigentes en Malta han pensado solucionar pagando con dinero a los países de origen. ¡No se lo creen ni ellos!