Opinión

Decir la verdad no es delito

Parece que a algunos cuando leen algún que otro artículo en los que intento exponer a la opinión pública la realidad de lo que todos estamos viendo día a día en esta ciudad, se sienten profundamente agraviados, iniciándose en ellos una especie de catarsis lingüística en la que el recurso a la palabra “racista” se convierte en todo un programa ideológico destinado a neutralizar a cualquiera que tenga la intención o deseo de contar y denunciar muchas de las cosas que aquí están pasando.

Parece que a algunos cuando leen algún que otro artículo en los que intento exponer a la opinión pública la realidad de lo que todos estamos viendo día a día en esta ciudad, se sienten profundamente agraviados, iniciándose en ellos una especie de catarsis lingüística en la que el recurso a la palabra “racista” se convierte en todo un programa ideológico destinado a neutralizar a cualquiera que tenga la intención o deseo de contar y denunciar muchas de las cosas que aquí están pasando. Esta claro que alguien aunque sea solo uno tiene que poner en evidencia lo que otros con responsabilidades en la materia llevan años sin solucionar, incluso si el decir la verdad con todas las palabras no es del agrado de aquellos que están de una forma u otra interesados en que los acontecimientos sigan discurriendo por las veredas por las que hoy día lo hacen.

¿O es que quizá no es verdad que somos una ciudad totalmente subvencionada, en la que cada día que pasa nuestra dependencia del Gobierno central y de Europa es mayor, o que es imposible bajar el numero de desempleados, o que tenemos el mayor fracaso escolar de España y de parte de Europa o que dado el panorama a nuestros jóvenes en edad de trabajar les espera un futuro verdaderamente aciago? Son verdades todas ellas que, según opinan algunos, es mejor callarlas que airearlas, no vaya a ser que a más de dos o de tres se les venga abajo el chiringuito sobre el que han apalancado su discurso y estrategia política a corto, medio y largo plazo.

Y para qué hablar si lo que se pretende es poner de manifiesto la realidad que viene atenazando a esta ciudad desde hace ya tiempo, y que nos han convertido en un territorio sobredimensionado poblacionalmente, en el que los pocos recursos que poseemos escasean y ya se muestran totalmente insuficientes para poder atender a toda esa población que cada vez en mayor medida depende en exclusiva de las ayudas públicas. En este punto hay más de uno y una que ya directamente entra en estado de “shock” y da rienda suelta a todo tipo de improperios contra quien lo único que pretenden es dejar claro a la ciudadanía que el asunto de los empadronamientos fraudulentos ha sido unas de las causas que ha dado pie a una verdadera invasión silenciosa que orquestada desde el exterior ha conseguido poner a Ceuta contra las cuerdas, colapsándola y llevándola al límite de sus posibilidades. 

De modo que a cuenta y riesgo de que aquellos que según parece están mas que interesados en que el actual estado de cosas se perpetúe me pongan a bajar de un burro, apelando a ese calificativo de “racista” que tan magistralmente usan ésos cuya única intención es precisamente la de dividir y confrontar a los ceutíes al objeto de sacar un rédito con el que seguir mangoneando en la política, no cejaré en mi empeño por decir la verdades del barquero con todas y cada una de sus palabras.