Opinión

El Medio Ambiente debe ser puesto en valor

Afortunadamente hoy día es objeto de debate todo lo relacionado con el asunto del cambio climático, eso ha conseguido poner en el candelero un tema de suma importancia como lo es el del Medio Ambiente.

Juan Redondo
photo_camera Juan Redondo

Afortunadamente hoy día es objeto de debate todo lo relacionado con el asunto del cambio climático, eso ha conseguido poner en el candelero un tema de suma importancia como lo es el del Medio Ambiente. Y es que todo lo relacionado con esta cuestión es importantísimo, ya que todo sobre lo que este ocurra repercute directa o indirectamente sobre infinitos aspectos que afectan a nuestro día a día, da igual el lugar donde esta se desarrolle, de una forma u otra incide en el conjunto de nuestra experiencia vital.

Son infinitos los detalles de esta incidencia, muchos de estos eran hasta no hace mucho analizados desde una perspectiva amplia, valorando sus efectos a largo o quizá medio plazo, pero hoy y dadas las actuales circunstancias climáticas, es muy difícil para los expertos en la materia, no hacer una valoración mucho más cortoplacista de los efectos que, como el calentamiento global, produce la progresiva degradación medioambiental.

A pesar de la evidencia que sobre el terreno existe, aún no son pocas las voces que discrepan abiertamente sobre lo real del asunto, posiblemente apoyados no tanto en el detalle científico, como en otros intereses mucho más económicos y políticos. No es menos cierto que en el campo contrario también nos encontramos con más de un interesado que ha visto en la exageración del fenómeno,una forma no menos lucrativa de sacar tajada de algo ciertamente grave En cualquier caso, la realidad es que este asunto requiere de soluciones a corto, medio y largo plazo, basadas en el estudio y análisis pormenorizado de la cuestión y por supuesto en el consenso de todos y cada uno de los implicados en la toma de decisiones que, a nivel de estados e instituciones internacionales, tienen algo que decir o aportar en este tema.

Dicho esto, no es menos cierto que la fisonomía del planeta esta cambiando a marchas forzadas, donde antes encontrábamos presencia de importantes recursos hídricos, ahora solo encontramos cauces secos, la procesos de desertización son ya una realidad en latitudes impensables hasta hace pocas décadas, el deshielo acelerado de los casquetes polares a causa del calentamiento de la masa oceánica, está elevando el volumen de la misma, poniendo en riesgo la existencia de importantes zonas costeras que posiblemente en menos de un siglo queden sumergidas y como este muchos más problemas. Según algunos estudios recientes, nuestra ciudad no quedará, en un futuro no demasiado lejano, ajena a esta modificación marina de su actual fisonomía.

La realidad en todo esto se impone y ya hay ciudades que están encontrando serios problemas dada su elevada contaminación, la cual está poniendo en peligro la propia habitabilidad de las mismas, viéndose en la obligación de arbitrar medidas drásticas que vengan a controlar las emisiones de gases a la atmósfera, en la que nos encontramos con unos niveles de polución tan elevados, que hacen ciertamente el aire difícilmente respirable, llegando a poner en serio riesgo la propia salud de sus habitantes. Todo ello unido a otro factor relacionado directamente con este acelerado proceso de cambio climático, como el de la falta de lluvia, situación que hace imposible que se produzca por lo menos algo de limpieza de la atmósfera.

Como se puede apreciar y los estudios en la materia así lo corroboran, estamos ante una situación verdaderamente crítica, que exige de una intervención a conciencia de todos, desde las mas altas instancias hasta el mas humilde de los ciudadanos, debemos actuar antes que los males ya sean irreparables, por un lado generando una normativa clara en materia de protección medioambiental, por otro arbitrando los mecanismos para aplicarla y hacer que se cumpla y por último, y en lo que a nosotros como ciudadanos compete, ser conscientes de la situación y ayudar con nuestras actuaciones y comportamientos a paliar un deterioro medioambiental que pone en serio riesgo no solo el entorno sobre el que desarrollamos nuestras vidas, sino la vida en sí misma.