Opinión

¿Tan difícil es arreglar esto?

Es más que evidente que el caos en la frontera se ha convertido en algo de lo más normal para esta ciudad, y por lo que se ve hasta el momento nadie se ha planteado eso de poner algún tipo de remedio al asunto.

Es más que evidente que el caos en la frontera se ha convertido en algo de lo más normal para esta ciudad, y por lo que se ve hasta el momento nadie se ha planteado eso de poner algún tipo de remedio al asunto.

Eso sí, lo que está claro es que de existir la solución ésta no vendrá de la mano de los mismos lumbreras que con su inacción de años han sido los responsables del actual estado de cosas. En el mejor de los casos habría que preguntarles si realmente saben de qué va el asunto, pues basta con solo echar un vistazo al movimiento que por aquellos lares se traen algunos entre manos para que cualquiera se pueda hacer una idea de qué es lo que por allí se cuece. Bueno, cualquiera no, pues según parece los que sí que debieran conocer del asunto son los últimos en enterarse de que va la película.

Un hecho verdaderamente significativo y no especialmente difícil de atajar sería el de la entrada de mercancías en la ciudad, pues con que solo se inspeccionase con un mínimo de criterio e intensidad el contenido de los camiones y contenedores que entran en Ceuta se podrían hacer una idea exacta de lo que en realidad ocurre, pues no podemos olvidar que por el sistema aleatorio existente en la actualidad más del 90 % de las entradas no suelen revisarse al darse por sentado en el control aduanero que la mercancía declarada en despacho es coincidente con la que realmente se transporta. Si hacemos caso de las matemáticas, solo un 10% es revisado para comprobar la veracidad de lo declarado, situación cuanto menos extraña, o por lo menos a mi sí que me lo parece.

Pudiera darse el caso de que si la proporción fuera la contraria, a lo mejor la recaudación impositiva seria mucho más favorable para la ciudad y quizá de ésta pudieran salir esos 27 millones de euros que ahora andamos negociando con los bancos y que tanta falta nos hacen para financiarnos. En cualquier caso, hablamos de suposiciones, aunque para nada mal encaminadas.

Aquí lo que queda meridianamente claro es que ese trapicheo que se intuye existe, y digo bien, trapicheo, porque ahí, se coja por donde se coja, lo es, ya que todo lo que está ocurriendo no indica que sea la mejor forma de crear esa infraestructura económica de la que tan necesitados estamos, siendo realmente indigno ver a esas porteadoras como si fuesen verdaderas mulas de carga partiendo hacia su destino desde un país que se supone del llamado primer mundo.

También es cierto que la necesidad les obliga a ellos, pero habrá que buscar fórmulas que surjan de una parte y de otra para que su trabajo, si a eso se le puede llamar trabajo, sea lo más humano posible.

En algunos de mis últimos artículos hacía referencia a los nuevos empadronamientos de ciudadanos proveniente del sur marroquí, en Tetuán y sus zonas limítrofes como Castillejos, donde por un acuerdo, quijotesco por nuestra parte, éstos no necesitan de visado para entrar en nuestra ciudad. He ahí uno de los motivos de ese despropósito tan descomunal de porteadores. De hecho, hasta a las autoridades del país vecino esto les ha sobrepasado ampliamente, no teniendo más remedio que tomar cartas en el asunto. Ahora solo toca esperar para ver cuándo espabilan nuestros responsables, aunque me da a mí que eso de esperar mejor hacerlo sentado.