Opinión

¿Qué pasa con la pesca y las volaeras?

Las antiguas volaeras eran totalmente familiares. El mismo dueño tenía sus dos pateras y la red de captura. Normalmente los tripulantes eran padres e hijos y en la preparación del pescado trabajaban hombres y mujeres.

La vida durante la temporada se hacía en la playa, en volaera y a la casa sólo se iba a dormir. ¿Porqué ahora hay tantas trabas para hacer esta pesca de modo tradicional como se hacía no hace tantos años? Teníamos una de las flotas de bajura más importantes de España, complementada con voraceros, trasmallos, arrastreros, almejeros y las tradicionales volaeras… 200 barcos hace tres décadas más las fábricas de conservas y la productiva Almadraba… y que nos queda…, os lo digo, menos de diez barcos de pesca de los que sólo tres faenan y en la costa andaluza (Algeciras y Estepona), un voracero y un trasmallo. Nos salva algo el montaje de las dos Almadrabas de abril a octubre.

La Cofradía de Pescadores no está herida, está en la UVI, y ha pasado en tres décadas de tener al menos cinco trabajadores y tres subastadores a contar con un secretario de modo altruista que además hace de subastador, oficinista y algo más.

Las subastas son de mayo a septiembre y gracias al pescado de las almadrabas, como digo una ruina, y mientras entrando el pescado por la frontera desde Marruecos, que es “alegal”, y no pasa por la Lonja ni deja beneficios a la Cofradía. Directamente del proveedor a las volaeras o puestos del mercado.

El sector de la pesca de bajura está bajo mínimos, solo hace falta pasarse por el puerto de pescadores y ver su actividad. Motivos, según mi opinión, desde el tratado de Wad Ras en 1860 hasta 1957, año del fin del protectorado la pesca fue el pulmón de la actividad industrial de la Ciudad. Hasta 1986, entrada de España en la CE seguimos con unas buenas condiciones de pesca en aguas de Marruecos pero a partir de ese año los convenios pesqueros pasaron a ser competencia europea, se ampliaron las aguas territoriales de Marruecos, primero 12 millas, más tarde 73 y al final 200 millas, quedando limitada la zona de pesca de la flota caballa desde la Bahía Sur hasta el Tarajal. Como consecuencia de esto vino la exigencia de una flota con unas características que muy pocos, por no decir ninguno de los barcos de nuestra flota cumplía. Renovarse o morir y eso pasó, entre ventas y desguaces para aprovechar las ayudas de la Comunidad. La flota quedó bajo mínimos y fuera del abanico de licencias de pescas en los tratados. Si a eso le añadimos la sobreexplotación de los caladeros caballas y las “burradas” en las artes de extracción de la pesca, y lo complementamos con las pocas iniciativas, ayudas y falta de ideas para relanzar esta actividad, podemos ver el posible motivo de la muerte de la actividad pesquera en la ciudad.

Sólo nos queda como actividad pesquera los salazones, una actividad que por milenaria, histórica, cultural y con posibilidades de creación de empleo y actividad turística, debe ser mimada, cuidada y apoyada por la Administración, dotando a los pocos maestros salazoneros que aún desarrollan esta actividad de unas instalaciones dignas, de las herramientas que hagan posible la comercialización del producto y creando alrededor de estas volaeras un entorno para disfrute de los ciudadanos y aptos para actividades recreativas, gastronómicas y turísticas alrededor de los salazones. Entiendo que voluntad política existe, los medios también, los maestros y la materia prima están disponibles, por lo que creo que pronto puede ser una realidad la reactivación de la última actividad pesquera de la ciudad.