Opinión

Mi límite como socialista

Por unas primarias en positivo, así he intentado que se convierta este proceso en Ceuta porque soy consciente de que la ciudadanía espera de nosotros algo más que un vaivén de despropósitos y afirmaciones que nada tienen que ver con el objetivo que pretendía conseguir Eduardo Madina con su defensa a ultranza "un militante un voto".

Por unas primarias en positivo, así he intentado que se convierta este proceso en Ceuta porque soy consciente de que la ciudadanía espera de nosotros algo más que un vaivén de despropósitos y afirmaciones que nada tienen que ver con el objetivo que pretendía conseguir Eduardo Madina con su defensa a ultranza "un militante un voto". Pero resulta que, mientras luchamos para defender unas siglas con 140 años de historia, tenemos un candidato a la Secretaria General que ha permitido y se ha adherido al juego de conmigo o sin mí. 
A Pedro Sánchez se le olvida que fue aparato, termino despectivo que él está utilizando constantemente para desacreditar a compañeras y compañeros que han sido elegidos democráticamente para luchar por nuestros derechos en cada uno de los territorios. A Pedro Sánchez se le olvida que también fue llamado por Pablo Manuel casta, y se le olvida que con su poder hizo destituir a toda una federación, la de Madrid, cortando la cabeza de Tomás Gómez sin ningún motivo ni justificación. 
A Pedro Sánchez se le olvida que le hizo la vida imposible al propio José Antonio Carracao en Ceuta únicamente porque defendió la candidatura de Madina y porque fue el único Secretario General que tuvo el valor de decir públicamente que la destitución de Tomás Gómez se tuvo que llevar al Federal. Yo soy testigo de ello porque fui la que recibió una llamada de Ferraz para que le diera un tirón de orejas a Carracao, un Carracao que seguro que no hubiera dimitido si al frente del PSOE hubiera estado otra persona, pero eso es algo que tendrá que contar él y si quiere algún día hacerlo. 
A Pedro se le olvida que personalmente fui hasta el Parlamento Andaluz, junto con dos compañeros, para hablar con Micaela Navarro porque él se negaba a escuchar una serie de cuestiones de militantes que no eran afines a un barón, ese mismo término equivocado que él ahora usa para enfrentar a las bases. A Pedro se le olvida que lo necesitábamos y que buscamos su complicidad, que le hicimos llegar una carta dada en manos al propio Juan Ramón, en su visita a esta ciudad, de la que no solamente no tuvimos respuesta sino que intentó que se me volviera en contra en el Comité Federal, Comité del que no dudé en hablar y en decirle lo que pensaba. Por respeto a él y a sus votantes me guardaré su gesto. 

Pero a pesar de esto, y de otras tantas cuestiones, Pedro Sánchez aspirar ser Secretario General mientras desacredita a los órganos de representación, unos órganos que están creados precisamente para que nuestro partido no se convierta en dictatorial y a la orden unipersonal de quien se cree con la potestad de hacer y deshacer lo que le plazca, por haber sido elegido por el voto directo de la militancia, método que él nunca defendió.    
Pedro Sánchez comparte el lenguaje falso, simplificador y populista de Podemos. Su relato nada entre el victimismo y  la postverdad. Él, que no dudó en decir en el Comité Federal del 17 de octubre de 2015 que " el PSOE no es patrimonio de sus militantes" como escudo para colar a Irene o Cantera para el Congreso, se proclama ahora como la voz de la militancia faltándole el respeto a más de 60.000 personas que han avalado a Susana Díaz y que son tan militantes como todos los demás. Pedro Sánchez ha roto listas electorales en muchas federaciones y jamás ha mantenido un discurso coherente y lineal, sino siempre en función de sus intereses. 
Pedro Sánchez no puede aparecer como el hombre de la izquierda a la vez que firma un pacto con Ciudadanos, las juventudes del Partido Popular como él mismo llamó. Pedro Sánchez no puede prometer que nunca pactará con el populismo y luego vender no únicamente que se ha equivocado, sino llevar al PSOE al rumbo del precipicio. Pedro Sánchez no puede pasar del Estado Federal al Plurinacional y mucho menos puede pretender hacer ver que es el salvador, cuando nos ha llevado a dos derrotas electorales. 
Y sí, seguramente estaré saltándome el código ético que yo misma me prometí, pero siento mucha impotencia al ver que mientras en Ceuta se nos ha impedido expresar y contar realmente lo que sucedió el 1 de octubre, Pedro Sánchez se siente diana de una trama incrustada únicamente en su cabeza y que le ha permitido que sus seguidores lancen continuos insultos contra quienes compartimos otra candidatura. Pedro Sánchez nunca fue cesado.  El verdadero golpe lo preparaba el propio Sánchez con la convocatoria de un Congreso exprés sin otro propósito que el de retener el poder a toda costa, saltándose el criterio de la mayoría de la ejecutiva y del Comité Federal, y en medio de un bloqueo institucional. Pedro Sánchez no es una víctima, fue un secretario general  derrotado en una votación democrática en un Comité Federal. Un órgano que fue creado, precisamente, para servir de contrapeso a los excesos de poder concentrado en una única persona, para evitar los abusos y los excesos de los hiperliderazgos. Fue la decisión libre y democrática de muchos y muchas, entre las que me incluyo, frente a la obstinación de un secretario general empeñado en imponer su voluntad frente al criterio de la mayoría.
Es un líder que divide con el juego sucio de enfrentar a personas en lugar de confrontar nuevas ideas para los nuevos desafíos. Él no puede pretender ser Secretario General y no respetar un órgano tan importante del partido, un órgano que pensó que lo mejor que podía hacer el PSOE era desbloquear el País. Él no puede seguir humillando a más de un tercio de la militancia que no solo no se siente defraudada, sino que aspira a que el PSOE vuelva a ser un partido ganador, unido, autónomo y sin complejos, un partido que nos devuelva la ilusión y las alegrías de las noches electorales.

Así que, por el bien del partido, le pido a Sánchez que defienda su proyecto sin usar de rehén a los socialistas, puesto que socialistas somos todos y todas que conformamos esta gran familia. 

Yo no soy ninguna golpistas, mucho menos una súbita. Yo soy una militante convencida del proyecto de Susana Diaz, hoy más que ayer.