Opinión

El no discurso de Vivas

Por supuesto que tenemos que sentir orgullo de Ceuta y sus paisajes, unos paisajes, sobre todo culturales, que están siendo abandonados por quien preside esta ciudad, que no ha dudado en venderlos como Patrimonio a reforzar en su discurso final de despedida del año. Esta naturaleza que tenemos no sirve de nada si la dejamos morir. 

Por supuesto que tenemos que sentir orgullo de Ceuta y sus paisajes, unos paisajes, sobre todo culturales, que están siendo abandonados por quien preside esta ciudad, que no ha dudado en venderlos como Patrimonio a reforzar en su discurso final de despedida del año. Esta naturaleza que tenemos no sirve de nada si la dejamos morir. 

También podemos sentir orgullo de la diversidad de Ceuta, pero de nada sirve si no reconocemos que también existe racismo, por mucho que queramos sumergir la realidad. 

Orgullo del patriotismo, pero esta patria no se define por la bandera y la situación, ya superada, de tener constantemente que definir nuestra relación con España, porque eso esconde un sentimiento de inferioridad. Patria, por supuesto, pero la patria que defiende la sanidad, la igualdad, o la educación de quienes residen en Ceuta. Una educación situada en el epicentro del discurso y las metas de Vivas, pero que de nada sirve mientras no tengamos capacidad para decidir sobre ella. 

Y como también dice Vivas, tenemos problemas pero Ceuta no es el problema.

 ¿Y quién ha dicho que lo sea? Nuestro problema es por culpa de quien gestiona esta ciudad, es decir, de él mismo y de quienes le rodea.  

Por cierto, habla de humildad, por tanto, ¿y las autocríticas, Vivas? 

¿Servidumbre, costes y exigencias? ¿Europa y por ser puerta de África? ¿Esas son las críticas? 

No sé dónde quedan las políticas de subvenciones, el formato en los planes de empleo, la incapacidad de generar industrias, la frontera, el transporte, el derroche presupuestario en lo ornamental, la desigualdad entre barriadas, la exclusión, las políticas nulas de género, al cual ni le ha dedicado un segundo en su mensaje o la pésima forma de atender lo social. 

Necesitamos la implicación de todos, cierto, pero sobre todo necesitamos un Gobierno a la altura de las circunstancias que hable menos de solidaridad y más de derechos, que haga menos discursos y que rinde más cuenta con hechos. 

En definitiva, necesitamos un Gobierno que no espere, sino que lidere. Que no quiera vender un producto, sino que convenza.

Es decir. Necesitamos que nos gobiernen, no que jueguen a ser Gobierno. 

Feliz 2017.