Nace el 19 de agosto de 1927 en Ceuta y ya era huérfano antes de llegar al mundo. Se llama Andrés Rocher Gamero, y con el tiempo, se convierte en el patriarca de la familia, ayudando a su madre y a dos hermanas desde que era un niño. Preguerra, guerra y posguerra se aúnan en torno a su figura y su lucha por sacar adelante a su familia.
Es el propietario de Frutas Rocher, y es la persona, reconocida, que más ha contribuido a la Seguridad Social, con más de 70 años cotizados. Hoy estaba más que emocionado e incluso le costaba hablar. Estaban con él su esposa, Maruja Torres Montoro, y su nieta, Lorena Sánchez Rocher.
Este galardón, que automáticamente significa que su categoría humana, profesional, le eleva a ser ya un ilustrísimo señor, como puso de relieve el delegado del Gobierno, Francisco Antonio González Pérez, tenía que haber sido recogido en Madrid de manos de la propia ministra de Trabajo, Fátima Báñez. Sin embargo, dadas las circunstancias de imposibilidad de desplazamiento por parte de Andrés Rocher a Madrid, el solemne acto se traslada a la Delegación del Gobierno de Ceuta.
El máximo representante de la Delegación del Gobierno ha puesto de relieve que cuando trabajaba en una naviera, todos los días esperaban a determinada hora el camión en el que Frutas Rocher enviaba a diario sus mercancías a la península.
Glosó González Pérez la figura de la madre de Andrés Rocher, una mujer que en aquella época, “sin marido, con arrojo, valor y trabajo” llevó adelante a su familia. Una educación que, según el delegado del Gobierno, no depende en última instancia de los profesores, sino en primera de la familia.
Reconoció su orgullo por sustituir a la ministra de Trabajo en la entrega de la medalla.
