derechos de los extranjeros

García Castaño: "No hay racismo sin el apoyo de las instituciones"

El catedrático en Antropología Social por la Universidad de Granada Francisco Javier García Castaño ha establecido como núcleo esencial de la cuestión migratoria la disposición de nuestra sociedad a vivir en diversidad. García Castaño ha precedido en la palabra al joven senegalés Mahmud Traoré, quien accedió a España saltando la valla de Ceuta en 2005.

GARCÍA CASTAÑO
photo_camera El catedrático García Castaño, durante su intervención en el Congreso/ ANTONIO SEMPERE

MAHMUD TRAORÉMahmud Traoré se dirige al público/ ANTONIO SEMPERE

La primera de las ponencias que se presentarán a lo largo del VII Congreso Internacional sobre Inmigración, Interculturalidad y Convivencia ha servido este jueves al antropólogo Francisco Javier García Castaño para ofrecer al auditorio un elogio de la diversidad. A poco de comenzar su disertación, una reflexión acerca de los derechos y libertades de los extranjeros en España, el catedrático de la Universidad de Granada definió la que constituye, a su juicio, la naturaleza de lo que llamamos “cuestión migratoria”: “El problema no sólo está en los contenidos legislativos sino en saber cuál es nuestra disposición como sociedad a vivir en diversidad”.

García Castaño comenzó por desmontar el prejuicio exclusivista que identifica en el rechazo al otro una de las características de los grupos humanos. El antropólogo recurrió a la institución del incesto para mostrar un ejemplo fehaciente de cómo el abandono de la endogamia mediante la búsqueda de la satisfacción de las necesidades en otros grupos es un mecanismo social en absoluto extravagante.

Esta consideración de las migraciones como fenómenos que avanzan en la aceptación del otro choca, tal y como ha expuesto García Castaño, con la institucionalización de la diferencia, un proceso evidente en la configuración de los ordenamientos jurídicos de los países. “No hay racismo sin el apoyo de las instituciones”, ha sentenciado el ponente.

El antropólogo ha ubicado en la fractura entre persona y ciudadano el fundamento de ese racismo o xenofobia institucional. De este modo, y en el terreno jurídico, acaban reconociéndose derechos que pueden predicarse de las personas frente a derechos inherentes a los ciudadanos. “¿Se han preguntado por qué los extranjeros han de tener unas leyes especiales distintas para proteger sus derechos y libertades?”, ha argumentado.

Más adelante, García Castaño ha asegurado que la forja de este pensamiento conduce a lo que ha denominado como “nuevas lógicas del racismo” que, según ha defendido, no se basan tanto en la distinción racial como en la diferente adscripción cultural. La consecuencia: la idea, extendida, de que los migrantes no tienen por qué pisar Europa si no que ha de procurarse el desarrollo económico de sus países para que permanezcan en ellos.

El miedo al otro como elemento de adhesión del grupo, la persistencia de las autoridades en presentar como una amenaza el propósito de los extranjeros de acceder a los países europeos y la reducción de la cuestión migratorias al control de fronteras han sido otras de las reflexiones que el ponente ha hilvanado a lo largo de su disertación.

 

Mahmud, desde Senegal

“Salí de Senegal porque tenía ganas de salir; tenemos derecho a ello”. El testimonio de Mahmud Traoré, un migrante senegalés radicado en Sevilla, ha imprimido el tono más humano a la primera sesión del congreso. El joven invirtió  más de tres años en llegar a Europa, objetivo que logró merced al salto masivo de la valla de Ceuta que se produjo el el 29 de septiembre de 2005.

Con un aire desenfadado, Traoré ha expuesto las dificultades del día a día de los africanos que intentan alcanzar la costa europea y las de aquéllos que, una vez logrado su propósito, han de combatir por labrarse un futuro en el país de acogida.