Ceuta ha rendido homenaje a la tripulación del ‘Guadalete’, un dragaminas que se hundió cerca de la ciudad, el 25 de marzo de 1954, tras luchar durante varias horas contra un fuerte temporal. Setenta años después, la Armada ha querido recordar a los miembros de la tripulación de este barco, tanto a los fallecidos como a los supervivientes, con una misa.
De las 78 personas que formaban parte de la tripulación, solo 34 sobrevivieron. Hoy en día, solo queda un superviviente, Eumenio Prieto, quien a sus más de 90 años recuerda cada momento de aquel fatídico día. Eumenio tenía solo 21 años cuando se unió a la tripulación y tres meses después ocurrió la tragedia.
Han transcurrido siete décadas desde que el ‘Guadalete’ se hundió en las aguas del Estrecho. Hoy, todos los recuerdan como héroes. “Salieron para cumplir la misión que se les había encomendado y se encontraron con la desgracia en forma de un temporal de levante”, señaló hace unos años el presidente Juan Vivas, uno de los asistentes a la misa. Sin embargo, Eumenio está convencido de que esa travesía estaba destinada a la tragedia. “No quiero que se olvide. Fue culpa del comandante”.
Un novato y un temporal en las traicioneras aguas del Estrecho, una mala combinación. “El mar estaba fatal”, y Eumenio atribuye a la inexperiencia y a un punto de cobardía que el comandante decidiera hacerse a la mar aquel fatídico 25 de marzo. La adversidad, la inclemencia del tiempo y el agotamiento pudieron con ellos, pero no el miedo ni la falta de valor y coraje.
El naufragio del dragaminas ‘Guadalete’ fue uno de los sucesos más tristes de la historia de la Marina de Guerra Española. El barco perteneció a la Armada Española entre 1946 y 1954. Durante nueve años, navegó por los mares realizando labores de patrulla y vigilancia en el Protectorado de España en Marruecos, partiendo desde el puerto de Ceuta. Todo cambió aquel fatídico 24 de marzo de 1954 cuando, en una misión rutinaria, partió del puerto de Ceuta hacia Melilla para continuar patrullando la costa africana.
Una vez que el dragaminas ‘Guadalete’ pasó Punta Almina, arreció el temporal. El comandante ordenó cambiar el rumbo y esperar a que el mal tiempo remitiera, pero no fue así y los problemas se sucedieron. La caldera se mojó y el ‘Guadalete’ puso rumbo de nuevo a Ceuta. Amaneció con el mar picado y el 'Guadalete', que no lograba alcanzar la velocidad adecuada, perdió la comunicación con tierra y el agua comenzó a entrar en la caldera, inutilizando el combustible. Tras varias horas de esfuerzo, el comandante ordenó abandonar el dragaminas y los tripulantes subieron a las barcazas.
Mientras el barco se hundía a 19 millas de Ceuta, los tripulantes navegaban en las barcazas, luchando contra el salvaje y peligroso mar. Sólo una de las barcazas consiguió resistir. El resto naufragó y, como pudieron, resistieron en alta mar hasta que el buque mercante italiano ‘Podestá’ llegó y pudo socorrer a un grupo. Eumenio estuvo nadando durante tres horas, agarrado a un enjaretado.
Al anochecer, en tareas de búsqueda, consiguieron socorrer a otro grupo que sobrevivía entre olas y corrientes. 44 personas fueron rescatadas, pero tristemente, 34 perecieron aquel día en la costa de Ceuta.
Una vez rescatados y llevados al abrigo de la Bahía de Gibraltar, los supervivientes recibieron la orden de “no hablar con nadie” de lo sucedido. Quedaba terminantemente prohibido hablar con periodistas “porque había sido un fracaso total del mando, ni un chaleco salvavidas” había disponible en el ‘Guadalete’.
