El avance de la desigualdad en Ceuta tiene una de sus manifestaciones más repudiables en el elevado número de personas que carecen de un techo bajo el cual vivir. La ciudad es uno de los territorios españoles donde el fenómeno denominado «sinhogarismo» resulta más evidente.
Los últimos datos oficiales publicados sobre personas sin hogar en España datan de finales del pasado. Para entonces, la última información disponible databa de diez años atrás. El Instituto Nacional de Estadística (INE) cifró en 2022 en 391,4 la tasa de personas sin techo por cada 100.000 habitantes residente en Ceuta, la más elevada de todo el país. El segundo territorio con una tasa más elevada es el País Vasco, con 315,9. La media nacional se sitúa en 86,6.
Estas fuentes estiman en 28.552 las personas que no tienen hogar y residen en centro asistenciales de alojamiento y restauración en todo el país. El dato habrá de ser, sin duda, más elevado puesto que la estadística no incluye a las personas que viven de manera permanente en la calle.
La situación de las personas sin hogar ha llegado hasta el debate público en no pocas ocasiones. El pleno de la Asamblea ha llegado a debatir qué instrumentos y recursos pueden habilitarse para atacar este fenómeno.
Hace ahora dos años el Boletín Oficial de la Ciudad (BOCCE) publicaba el convenio suscrito por el Gobierno municipal y el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, donde se detallaban los plazos e inversiones para, además de la construcción de un centro de menores y la ampliación de la residencia de mayores «Virgen de África», levantar un albergue para personas sin hogar. Las instalaciones previstas debían de disponer de 30 habitaciones (15 dobles y 15 individuales), un comedor social con capacidad para 100 personas, cocina y espacios de uso compartido para ocio y estudio. Un años después, este mismo proyecto aparecía incluido entre las medidas previstas en el Plan Integral de Desarrollo Socioeconómico de Ceuta, acordado entre el Gobierno central y la Ciudad.
