El prodigio del mejillón escurrido
Centenares de personas se han dado cita este domingo en la Plaza Nelson Mandela para participar de la tradicional Mejilloná, acto que sirve de prólogo a las fiestas de Carnaval.
La ciencia médica ya conocía de los beneficios aparejados al consumo de moluscos bivalvos, tan apreciados en el combate de las anemias, gracias a su rico contenido en hierro y vitamina B12, y en la defensa del sistema inmunológico, custodiado por las aportaciones de vitamina C que regalan con prodigalidad estas modestas criaturas de Dios. Lo que permanecía oculto al acervo científico era una curiosa propiedad que, hasta el mismo día de hoy, no se había revelado ni a la perspicaz observación de los biólogos marinos ni a las reumáticas mariscadoras de la Ría de Arosa. Es lo que en los corrillos de iniciados ha dado en llamarse el prodigio del mejillón escurrido.
Pues es la cosa que una cantidad indecente de estos bichos gelatinosos sometidos a la amputación de una de sus valvas y desprovistos de toda humedad atraen sobre sí la atención de una masa de seres humanos que, excitados por el olor del inocente molusco, se organizan disciplinadamente en largas y frecuentadas filas con el único propósito de deglutir sus menudos cuerpecitos anaranjados. Tal ha sucedido esta tarde en la Plaza Nelson Mandela con motivo de la celebración de la Mejilloná del Carnaval. Un mísero mejillón manipulando la voluntad de centenares de seres pertenecientes a una especie supuestamente superior en la escala evolutiva.
Más allá de todo ello, esta tarde se han congregado centenares de personas en la Plaza Nelson Mandela para comer mejillones y asistir a las actuaciones de agrupaciones de Carnaval procedentes de Ceuta y el Campo de Gibraltar. El consejero de Fiestas también ha estado allí.