su pareja huyó a su país con las pequeñas

El “padre coraje” de Murcia viaja a Rumanía a por las niñas y pide el amparo de Europol

La odisea de un padre que perdió hace tres años a sus dos hijas menores de edad cuando su compañera sentimental y madre de la niñas huyó a su país con ellas aprovechando un periodo vacacional.

antonio martínez padre coraje murcia
photo_camera Antonio Martínez, el "padre coraje" de Murcia (E.D.)

Estrella Digital/Carlos Quílez

Antonio Martínez el conocido como “el padre coraje” de Murcia, tiene una cita en la Corte Suprema de Rumanía el día 28 de este mes. Si todo va como tiene que ir, la justicia de aquel país le entregará a sus dos hijas: Rocío y María, secuestradas por la ex compañera sentimental de Antonio y madre de las niñas, Simona Sandu, el pasado día 13 de agosto del año 2015.

 

Las sentencias le avalan

Antonio viaja a Rumanía con dos sentencias bajo el brazo: una, la dictada por los Juzgados de lo Penal de Murcia que condenó en febrero de 2016 a Sandu por sustracción internacional de menores y otra, emitida por la Corte Rumana en 2017  que califica los hechos de secuestro y en la que ordena la entrega de las dos niñas a su padre.

 

Padre desesperado

“Es la tercera vez que trato de recuperarlas con la ley en la mano. Temo por mi vida. Las dos veces anteriores fui amenazado por un grupo de matones a sueldo contratados por mi ex mujer. Esta vez tengo miedo y pido la ayuda de la policía. Son tres años ya sin ver a la niñas, sin saber de ellas, sin que la ley se pueda cumplir”. Son la palabras desgarradoras de Antonio Martínez González, un constructor murciano que lleva tres años de incansable lucha jurídica para recuperar a sus hijas y cuyo caso ha seguido Estrella Digital desde el inicio.

 

Poca confianza y mucho miedo

Esta vez Antonio viaja acompañado de un “ejecutor judicial” desde España en la confianza de que le pueda resultar de ayuda ante los eventuales problemas burocráticos para sacar a las niñas de Rumania.  “Sin embargo”, añade,  “tengo miedo de lo que me pueda pasar allí. La mitad de la administración es corrupta y me siento desprotegido. La última vez me amenazaron de muerte, lo denuncié y nadie movió un dedo. Todo lo contrario. Esta vez puede ser igual y yo no aguanto más  sin poder estar con mi hijas”.

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