La recta final: 96 horas

Brevísimo manual para seguir el debate

Estrategias y emociones en el campo de batalla del discurso político

El debate a 3

Estimado lector, hoy tengo que aumentar un punto más de seriedad a mi tono porque vienen tiempos difíciles y a veces hay que hacer un ejercicio de responsabilidad con el ser humano. Por ello, esto pretende ser un breve manual para aquella persona interesada en tener unas líneas a las que atenerse cuando suene la campana. Básicamente, salvando las distancias porque jamás llegaré a su intelecto, intento ser el Maldini en esta previa.

La previa para mí es la siguiente: El giro de la campaña ha dejado en una complicada situación a Pedro Sánchez, ya que no es habitual que el Presidente del Gobierno se presente a un debate con tan poco margen de maniobra y porque el vacío de Feijóo, que en su campaña ha sabido manejar bien la imagen tal que ha invertido las apariencias, véase; Sánchez hablando de remontada y Feijóo usando la potencia del silencio para establecer un marco en el que el debate entre presidenciables se convierte en el debate de los candidatos de la oposición. La verdad, que humildemente, no alcanzo a entender el sentido de la estrategia, por qué el señor Sánchez no ha declinado su participación si el líder de la oposición no se presentaba. Es difícil comprenderlo, pero la magia de la vida está en que nada está escrito. Digamos que en principio los tres salen a perder. He aquí que siempre recuerdo aquel partido entre Barbados y Granada donde al cambiar las reglas y valer los goles dobles en la prórroga al final el partido se convirtió en una tragicomedia donde Barbados defendía el área de Granada y Granada la de Barbados. Si queréis más de la historia, seguidla aquí: [Barbados 4-2 Granada] (https://es.wikipedia.org/wiki/Barbados_4-2_Granada)

En el ámbito de una campaña los debates políticos son una oportunidad para que los candidatos muestren sus habilidades retóricas, su conocimiento de los temas y su capacidad para manejar la presión. En este sentido, una estrategia clásica en los debates es la del 'ataque y defensa'. Esta estrategia implica que un candidato ataque a su oponente en un tema en el que se percibe que es débil, mientras que se defiende en las áreas en las que se considera fuerte. Sin embargo, esta estrategia puede ser arriesgada, ya que puede dar lugar a un debate acalorado y polarizado que puede alejar a los votantes indecisos.

En cuanto a las estrategias emocionales de comunicación del fascismo en el debate, estas suelen centrarse en la explotación de los miedos y las inseguridades de la población. Esto puede incluir la demonización de los 'otros' (ya sean inmigrantes, minorías étnicas o políticas), la promoción de la superioridad del 'nosotros' (la nación, el pueblo) y la promoción de un líder fuerte como la única solución a los problemas del país. Sin embargo, esta estrategia también puede ser contraproducente, ya que puede generar división y hostilidad dentro de la sociedad.

Tanto las estrategias clásicas como las emocionales de comunicación en los debates pueden ser efectivas en ciertos contextos, pero también pueden tener consecuencias negativas. Por lo tanto, es importante que los candidatos y los partidos políticos consideren cuidadosamente sus estrategias de debate y se esfuercen por promover un debate político saludable y constructivo.

A modo de conclusión, por respeto al tiempo que le debo a los míos y a mí mismo, se presenta un debate con una previa muy enfangada, en la que a nivel político todos tienen que perder. Las tensiones del debate pueden ser determinantes en dos asuntos: que el señor Abascal ante el volcado del voto útil hacia el PP tenga que arriesgar mensajes más duros que devuelvan las alarmas a una sociedad que está aceptando el nuevo fascismo y que Feijóo carezca del tiempo para generar confianza en el compromiso de no asumir sus postulados dado los pactos autonómicos o que la moral de derrota del electorado de izquierdas se confirme, lo cual podría producir una transferencia del voto más centrado del PSOE al PP para frenar a VOX o directamente que el de Sumar, vaya a la abstención. El Zeitgeist de nuestro tiempo está mutando y es difícil analizarlo, así que a los ciudadanos responsables nos tocará observar.

Entrando en la página solicitada Saltar publicidad