Adesce, ante la movilización por la sanidad pública

La Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Ceuta hace un inventario sobre la situación de la sanidad ceutí en los días previos a la movilización organizada por la plataforma «Todos por una sanidad digna» para la próxima semana

El jefe de Medicina Preventiva del Hospital de Ceuta y presidente de Adesce, Julián Domínguez (C.A./ARCHIVO)
photo_camera El jefe de Medicina Preventiva del Hospital de Ceuta y presidente de Adesce, Julián Domínguez (C.A./ARCHIVO)

Desde la ADESCE (Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública de Ceuta) queremos mostrar de forma expresa nuestro más profundo agradecimiento por el apoyo público de Sindicatos, Colegio de Enfermería y resto de Asociaciones que conforman la Plataforma en Defensa de la Sanidad Pública de Ceuta. En particular a la Asociación de Vecinos de El Príncipe por su capacidad de movilización y su compromiso con la ciudadanía.

Queremos hacer una segunda entrega sobre las carencias del sistema de salud de Ceuta y las necesidades o soluciones para ello. Como decíamos en nuestra primera exposición, Ceuta tiene el lastimoso honor de tener no solo los peores resultados en indicadores europeos del Índice de competitividad regional que se publica cada 3 años y que analiza en Salud las muertes por accidente de tráfico, la esperanza de vida, la mortalidad infantil, la mortalidad por cáncer en menores de 65 años y la tasa de suicidios en menores de 65 años. Y 38 de los peores indicadores sanitarios del Sistema Nacional de Salud de España. Nos vamos a detener en algunos de ellos, como son la esperanza de vida al nacer que es de 4 años menos de la media nacional, los años de vida saludable al nacer que son 11 años menos que la media nacional, la incidencia de tuberculosis humana que es el triple que la nacional; las tasas de hospitalización y de mortalidad ajustada por edad por diabetes mellitus, de hospitalización por Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), de mortalidad prematura por enfermedad vascular cerebral ajustada por edad y de mortalidad infantil que son más del doble de las nacionales; son 1,5 veces mayores las tasas de mortalidad prematura por cardiopatía isquémica ajustada por edad, la de mortalidad intrahospitalaria postinfarto por cada 100 altas por infarto de miocardio, la de mortalidad intrahospitalaria de pacientes con neumonía, y la de mortalidad prematura por cáncer también ajustada por edad; casi el triple la mortalidad prematura por EPOC y la tasa de amputaciones en miembro inferior en personas diabéticas; más de 4 veces la mortalidad prematura por diabetes mellitus ajustada por edad; las tasas de desempleo total y en menores de 25 años casi el doble y hasta un 40% de tasa de riesgo de pobreza respecto al valor nacional de un 26%. La incidencia de gripe se cita en más del triple, producto de los bajos niveles vacunales.

Otros indicadores ni siquiera tienen datos (unos 15) para poder comparar, algunos de ellos de gran interés como el control de los niveles de hipertensión arterial, o los niveles de control en diabetes mellitus. Cifran dichos indicadores de salud un porcentaje de vacunados por gripe que es la mitad de la media española y hasta un 10% menos de vacunados por triple vírica respecto a la nacional. Respecto al cribado de sangre oculta en heces no llega a la sexta parte de la nacional. Y un 10,3% tiene accesibilidad a la atención primaria en 24-48 horas tras la solicitud de su cita.

El personal médico y de enfermería en atención primaria y en atención especializada están por debajo de los nacionales, sobre todo el personal médico en atención especializada respecto a los datos nacionales. También el número de camas hospitalarias están un tercio por debajo de la media nacional por 1.000 habitantes. El gasto medio anual de consumo de bienes y servicios por persona es superior a la media nacional teniendo unos niveles de pobreza muy superiores a los nacionales. Como resumen la esperanza de vida en Ceuta, no solo no se ha mantenido sino que se ha reducido, algo escalofriante en un país desarrollado en el siglo XXI. Ya la ciudad publicó en 2013 su atlas de mortalidad que indicaba 7 años de vida menos en los barrios más pobres respecto al centro de la ciudad de Ceuta, sin acciones eficientes algunas que se conozcan. Por eso nos anima aún más a seguir insistiendo en esta concienciación para la defensa de la sanidad pública, sobre todo porque la movilización parte desde donde más pobreza hay en Ceuta. Y por consiguiente menor esperanza de vida.

La pregunta que hemos de hacernos es el porqué de este escenario.

Decíamos en nuestra primera entrega que existen dos factores principales que son causa de estos datos tan malos. En ambos y en dos administraciones diferentes y ahora de signo político diferente (no en otros periodos no tan lejanos) radica la INACCIÓN de la Administración Local/Autonómica desde la asunción de las competencias de sanidad en 1995 (por nuestro Estatuto de Autonomía) siendo efectivas por el R.D. de transferencias en materia de sanidad (RD 32/1999); y la INACCIÓN de la Administración General del Estado a través de la creación en 2002 del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria (INGESA) respecto a la ASISTENCIA SANITARIA que no fue transferida a las autonomías de Ceuta y de Melilla, con un real decreto de 2023 que actualiza su regulación, incluyendo en su disposición adicional segunda un mandato de coordinación de las actividades de salud pública con la ciudad de Ceuta.

Esta INACCIÓN incumple de forma flagrante los artículos 9, 14 y 43 de la Constitución Española (CE), que aunque coloca el derecho a la protección de la salud, no como un derecho fundamental, sino como un principio rector de la política social y económica, obliga de acuerdo al artículo 53.3 de la misma norma fundamental, a que a través de la legislación positiva, la práctica judicial y la actuación de los poderes públicos serán reconocidos, respetados y protegidos. Eso es lo que no ha hecho ninguna de las administraciones públicas competentes.

Sin ser exhaustivos, lo que dejaremos para una tercera entrega, podríamos listar algunas de las múltiples carencias tanto de una como de otra administración, en las cuales además dirimen su disputa sobre si es tuyo o es mío, vamos si son galgos o podencos. Una triste situación que soporta con estoicismo la discriminada ciudadanía ceutí.

 

Administración autonómica

Inexistencia de una norma general que regule las competencias asumidas por la ciudad de Ceuta en materia sanitaria (del artículo 148 de la CE).

No hay un registro electrónico de vacunas con acceso desde los puntos donde se vacuna (principalmente los centros de salud).

El registro de cáncer que a través de convenio con INGESA se implementó, ha dejado de existir.

Inexistencia de un Centro internamiento psiquiátrico de media y larga estancia.

Ausencia de Comité asesor de vacunas, que dejó de existir, dejando de tener el mejor calendario vacunal infantil de Europa en su momento.

Inexistencia de un Centro de Atención temprana.

Bajas o muy bajas coberturas de cribado de cáncer de Mama y Colon.

 

Administración General del Estado/Ingesa

Inexistencia de control y exigencia a la autonomía para que desarrolle las actividades de salud pública.

Inexistencia de desarrollo de la ley 53/2003 del Estatuto marco de personal estatutario, siendo las normas que regulan las funciones del personal del INGESA de los años 1966,1971 y 1973, cuando el Estatuto marco de 2003 daba un plazo de 18 meses para ello.

Inexistencia de desarrollo de la disposición adicional sexta del R.D. 183/2008 de Formación Sanitaria Especializada (especialistas residentes de medicina y enfermería principalmente) lo que hubiera podido paliar o incluso solucionar la falta de especialistas, por no tener ni siquiera existe una norma que la regule en INGESA, tal como mandata la norma vigente de 2008.

Inexistencia de convenios que aseguren la atención efectiva de lo que en Ceuta no puede ser atendido (como la actual situación de carencia de especialistas en algunas especialidades) que regulen nuestra relación con Andalucía para la adecuada atención de pacientes.

Muy insuficiente desarrollo de programas de salud en Atención Primaria, lo que la  ha ido deteriorando progresivamente. Incluso el servicio de urgencias de Atención Primaria que funcionaba las 24 horas dejó de hacerlo.

Tampoco a la Salud Mental se le ha dado una prioridad ni a las ratios de pacientes por médico, lo que sigue haciendo insufrible coger cita con los médicos en la Atención Primaria.

Inexistencia de Nutricionista y/o dietista hospitalario.

Todavía en algunas especialidades solo hay en plantilla orgánica un especialista.

Imposibilidad de desarrollo programas de contratación del SEPE por incapacidad técnica-jurídica para gestionarlos perdiéndose la oportunidad de cientos de contrataciones durante 1-2 años.

Recursos muy insuficientes en el área de Rehabilitación y en numerosas especialidades y servicios médicos.

Implantación testimonial de bombas de insulina en población infantil y nula en adultos.

Inexistencia de Reglamento Régimen interior en el hospital, tal como mandataba el RD 521/1987.

Ausencia de Comité de Seguridad y Salud en el trabajo que podría constituirse tal y como antes existió en el ámbito del INGESA de Ceuta, para la participación de los trabajadores a través de sus delegados de prevención de riesgos laborales.

 

Ya propusimos tanto por escrito como en alegaciones a los presupuestos de la ciudad, comenzar de alguna manera a enderezar este desorden que produce unas consecuencias desastrosas al no disponer de un sistema de salud integral ni integrado, como hemos descrito, y a lo que obliga la ley 14/1986 de Sanidad. Y a partir de ahí coordinar la salud pública con la asistencia sanitaria, usando normas locales, convenios, o el propio RD del INGESA en vigor. La promoción de la salud, la prevención de las enfermedades y la asistencia sanitaria y rehabilitación de los pacientes, no pueden ir por separado. Y todo este desorden y confusiones competenciales ha llevado que el olvido a que hemos sido sometidos para regular la sanidad en Ceuta, haga que ni sea atractivo ni ilusionante trabajar en el sistema sanitario de Ceuta para los profesionales, ya que las condiciones de trabajo han quedado obsoletas respecto a otros servicios de salud autonómicos; sin contar con las múltiples deficiencias que padece Ceuta en otras cuestiones (vivienda por ejemplo).

Volvemos a repetir que todo lo citado produce:

-Discriminación de los ciudadanos de Ceuta, con los peores indicadores de Salud de España y de entre las regiones de Europa.

-Discriminación de los ceutíes respecto a la asistencia sanitaria porque no tienen las mismas prestaciones sanitarias que en otros servicios de salud autonómicos.

-INGESA es un servicio de salud que no cumple los criterios de la ley general de sanidad, ya que no es ni integral, ni integrado.

-Discriminación de los ciudadanos respecto a las prestaciones de Salud Pública.

- Nula rendición de cuentas a los ceutíes del proveedor de servicios de salud, dado que el INGESA depende del gobierno central.

-Discriminación de los sanitarios de Ceuta en las condiciones laborales y retributivas, como se ha venido reivindicando reiteradamente.

Por todo ello estimamos que las únicas soluciones son:

1. Desarrollar la competencia de salud pública a través de un organismo con suficientes recursos en la ciudad, para lo cual dispone de presupuesto más que suficiente. Lo que hemos propuesto reiteradamente.

2. Crear una Dirección Comisionada con competencias máximas (decisor presupuestario final) en Ceuta del sistema nacional de salud (por el ente gestor de la Seguridad Social INGESA u otro organismo competente), implantando nuevas formas de gestión en la Atención Primaria como la autogestión e innovaciones organizativas con nuevas especialidades, telemedicina y aumento de recursos humanos), y mejorando la accesibilidad y los programas de salud y la gestión por procesos clínicos en el hospital.

O, en su defecto, lo que sería aún más triste, que, dada la incapacidad de hacer en Ceuta posible lo que es necesario para la ciudadanía, que se le encomienden dichas competencias a Andalucía, lo que indicaría el más absoluto fracaso de la política sanitaria en Ceuta.

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