ABIERTA HACE UN AÑO Y MEDIO

La casa de mujeres Betel, un ejemplo de superación y ganas de vivir

En la casa de mujeres de Betel trabajan por dar otra oportunidad a aquellas mujeres que un día cayeron en las garras de la droga y el alcohol. En esa casa que consideran su hogar con el Estrecho de fondo, luchan cada mañana para levantarse sin esa compañero mortal que a la mayoría de ellas les ha acompañado durante toda su vida. Hoy han encontrado una salida y un sentido a una vida que ahora pintan de colores.

Conocerán a la asociación Betel. Habrán visto a sus usuarios vendiendo calendarios o revistas de puerta en puerta o habrán adquirido algún producto en el mercado de segunda mano que tienen en Hadú o en La Marina. Betel trabaja con personas que un día cayeron bajo el embrujo de la droga. En la ciudad lo hace a través de dos casas. Una para hombres, con más de 20 años de historia, y otra para mujeres que se inauguró hace un año y medio y que subsiste gracias a donaciones y a las ventas de los mercadillos.

En esta casa viven cinco mujeres, de cinco continentes y con cinco historias diferentes. Ana es la responsable de la casa. Vino desde Méjico con un  único objetivo: ayudar a las mujeres que habían caído en el mundo de la droga. “Yo no las puedo entender físicamente porque nunca me he drogado pero si puedo darles un abrazo o una palabra amable cuando quieren tirar la toalla y volver a ese mundo en el que son muertas en vida”, explica mientras mira orgullosa a Sora que lleva 2 meses sin drogarse después de 25 años, a Tatiana o a Verónica, que con 36 años, por fin, pinta su vida del color del arco iris. “Antes cuando me drogaba mi mundo era de color negro. Con solo 16 años empecé en las drogas buscando una salida a una familia desestructurada y después de 20 años, ahora llevo 8 meses limpia”.

Sora de Marruecos, Tatiana de Rusia y Verónica, la única española de la casa, han luchado y siguen haciéndolo cada día, “porque esto es una lucha continua”, coinciden todas ellas. Trabajan en equipo, como una gran familia y se dan el cariño que un día las drogas les hicieron perder. Han probado de todo, han mezclado de todo y han tocado fondo. De hecho, Tatiana a sus 42 años ha tenido dos sobredosis. Ahora estas tres mujeres tienen una nueva vida, tienen planes de futuro y ganas de ayudar a otras que como ellas no supieron decir no a la droga. Por las cinco habitaciones de esta acogedora casa han pasado 12 mujeres, un 80% ha conseguido alejarse de la cocaína, las pastillas y el alcohol. En esta casa donde tienen un huerto y responsabilidades diarias, se trabaja con ellas a través de talleres ocupacionales para marcar una barrera imaginaria con las drogas. Las vidas de estas tres mujeres han pasado muy rápido, no han vivido, no han disfrutado pero ahora tienen una nueva oportunidad en la casa de mujeres Betel. El mensaje es de esperanza y confianza. “Es difícil dar el paso porque todos a tu alrededor se drogan y no ves salida pero la hay. Sólo hay que querer buscarla y sacar la fuerza cada mañana para alejarse pasito a paso del monstruo de las drogas.