El servicio de atención domiciliaria de Cruz Roja, una iniciativa para no perder el ritmo de estudio

Desde hace 15 años Cruz Roja trabaja con los menores enfermos que no pueden acudir al colegio a través del Servicio de Atención Domiciliario Educativa (SADE)

Cruz Roja ha puesto en marcha, como viene haciendo desde hace 15 años, el Servicio de Atención Domiciliario Educativa (SADE). Se trata de un servicio dirigido a menores de entre 7 y 16 años que por motivos de salud no pueden acudir a clase durante períodos superiores a las dos semanas. Como media, en cada curso escolar se trabaja con 30 alumnos de centros públicos y concertados para que durante su convalecencia no pierdan el ritmo de la clase.

Son los tutores de los niños los que se ponen en contacto con Cruz Roja cuando saben que un alumno no va a poder acudir a clase durante un largo período. A partir de ahí la maquinaria se pone a funcionar. Un maestro de la organización, en este caso Javier Pérez, acude a casa del alumno como mínimo dos veces a la semana durante una hora y media. Previamente, el tutor ha facilitado al maestro los deberes y temas dados en todas las asignaturas. De esta manera, el profesor puede trabajar con el menor.

Javier Pérez es el maestro de Cruz Roja desde hace cinco años y hace un balance muy positivo de la experiencia. “Los chavales responden muy bien y los padres también. Agradecen que alguien trabaje con sus hijos para que no pierdan el ritmo. Bastante duro es estar enfermo como para también perder clases”, explica Pérez, quien asegura que atienden desde niños con apendicitis hasta enfermos de leucemia tanto de Primaria como de ESO y Bachillerato.

Una iniciativa solidaria y necesaria para que estos alumnos no se encuentran en una situación de desventaja dentro del sistema educativo como consecuencia de la asistencia irregular al centro y de las posibles alteraciones emocionales que en ocasiones aparecen. Esto puede provocar retrasos escolares por lo que el alumno necesita que se le proporcione una respuesta educativa adecuada a sus necesidades y así dar continuidad a su proceso de aprendizaje.

Pero la labor de Javier Pérez va más allá de los libros. “También me pongo en contacto con los compañeros del alumno para que vayan a visitarlo a casa. Muchos no saben los motivos por los que un compañero no va a clase y cuando se lo explicas se vuelcan”, explica.

Este servicio también se desarrolla en el hospital.