Opinión

La frontera

La frontera del Tarajal se ha convertido en uno de los asuntos que más preocupa a una gran parte de los ciudadanos de Ceuta. Aseguran que la falta de personal es la causa: se estima que para nuestra ciudad hacen falta más de 100 policías nacionales. Este es uno de los motivos por los que nuestra frontera, la entrada a Europa, sea un auténtico caos, una vergüenza para cualquiera que se sienta ceutí, español y europeo.

Los problemas de la frontera tendrían menos interés si los ciudadanos de Ceuta contaran con una alternativa para los desplazamientos, por ejemplo, hacia la Península. Para ello, los precios tendrían que ser asequibles, no como ocurre en la actualidad, donde el precio por kilómetro recorrido en barco entre Ceuta y Algeciras, cuesta más que un kilómetro recorrido en avión, tren o helicóptero.

Si al problema de la frontera y al eterno del transporte marítimo le añadimos el del paro, la inseguridad ciudadana -con apedreamientos incluidos; y si, a esto le unimos la subida del gas y del recibo de la luz… el cóctel tiene muy mala pinta.

En Ceuta se vive con una realidad tan dura que sume a nuestros ciudadanos en un amargo pesar, por eso, de nuestra ciudad, lo mejor, los ciudadanos. Lo peor son aquellos que, en lugar de ocuparse en solucionar todos esos problemas, dan patéticas respuestas en algunos casos; la callada o, simplemente, le echan la culpa al país vecino que, dicho sea de paso, algo tiene que ver también. Existen otros responsables políticos que, para solucionar el problema de la carestía del transporte marítimo, nos hablan de la calidad y de la puntualidad del mismo, con lo que se atisba que así nunca se solucionarán los problemas que nos afectan.

Como parte del problema de la frontera están los llamados porteadores, trabajadores explotados hasta decir basta ya, en condiciones tercermundistas e inhumanas, y que desarrollan una actividad propia de animales de carga, mientras son vejados y vapuleados. Mueren incluso desarrollando ese trabajo, como bien sabemos. A esta actividad la llaman elegantemente “comercio atípico”.

Para muchos ciudadanos la cuestión de la frontera no tiene tanto interés; como para el que trabaja no tiene tanto interés el problema del paro. Pero esto es porque, seguramente, en algún momento, desistieron ir al vecino país por los problemas que hoy seguimos teniendo.

El problema de la frontera parece estar sobre un tapete de juego permanentemente entre dos tontos, donde cada uno quiere ganar el ancho del embudo para sí; sin pensar que, en medio de todo, hay personas, están sus conciudadanos.